Reconozco que la habilidad de este Gobierno para la demagogia, especialmente en temas de jóvenes y de mujeres (y si se unen ambos factores aún más), es realmente deslumbrante.
Sólo que, tal vez por tener una concepción de la vida demasiado formal, prefiero la coherencia (incluso dentro del error) que la proliferación de aciertos en universos inconexos.
Por poner sólo unos ejemplos a raíz de las medidas anunciadas en materia de aborto de niñas de 16 años y píldora postcoital:
1.- ¿Es razonable que a mis casi cuarenta años se me prohiba comprar una botella de Macallan a las diez y cuarto de la noche y que a esa misma hora una niña de dieciséis años pueda someterse a una operación quirúrgica como es un aborto sin que sus padres lo sepan?
2.- ¿Tiene sentido que una mujer pueda acudir tres o cuatro veces por semana a una farmacia a que le dispensen la píldora postcoital -tremendo engendro de hormonas con efectos secundarios- sin que el farmecéutico pueda negarse a dárselas y que si a mí se me olvida o por razones laborales me retraso a la hora de ir al médico a que me dé la receta mensual de la pastilla que controla diariamente mi tensión se me niege este medicamento esencial para evitar un disgusto en mi salud -cuando siempre la compro en la misma farmacia que saben de mi dolencia y la periodicidad de la dosis-?
3.- ¿Deben ponerse más dificultades a un turista que venga de Méjico para comprar la medicina que controle una eventual gripe adquirida en el D.F. que a quien trata de remediar a lo bruto su inconsciencia o impericia?
4.- ¿Hay que permitir abortar libremente y sin consentimiento paterno a las adolescentes de 16 años y pedir -como se ha hecho- penas de cárcel para quien en una discoteca organiza un "sorteo" al que se apuntan voluntariamente jóvenes de esa edad para conseguir compañía y flirteo esa noche o para quien rebaja la entrada a las chicas que vayan con minifalda?
Al final va a resultar que tratar de jugar con el erotismo de las niñas de 16 años es un grave pecado de perversión insana, pero que como no hay quien controle lo que al final hacen con esa edad, sirve cualquier remedio brutal e inmoral (aborto y píldora) al margen de controles familares y seguimiento médico.
¿No sería más razonable asumir que como los jóvenes a esa edad tienen las hormonas a flor de piel deben recibir una educación que les ayude a entender ese proceso de transformación que están sufriendo, que lo vivan con la máxima naturalidad de la que sean capaces, pero que tengan claro que si se equivocan ese error no les va a salir gratis porque tendrán que enfrentarse a lo que digan sus padres y a un adecuado seguimiento médico...?
Pero debe ser que esto es la carcundia...
miércoles, 13 de mayo de 2009
viernes, 27 de marzo de 2009
Faltan... 10 días (Nazareno)
¿Qué hay de extraño en que un hombre muriera hace siglos?
¿Qué hay de nuevo en que maten a un ser inocente?
¿A quién puede importarle la razón que esgrimieran
para cada condena con forma de cruz...?
Sobre andas doradas tu imagen nos reta:
entrando entre palmas en Jerusalem,
orando en el Huerto, Cautivo ante Herodes,
frente a tu Sentencia, sólo con tus Penas.
Arrastrando el madero en rotunda zancada,
con tus Tres Caídas (y el rostro aún sereno)
solo en el Calvario, con los dos ladrones,
expirando,
ya muerto,
descendido,
¡yacente!
Nada fue así, mas ¿importa?
Tu rostro,
Pasión,
Gran Poder,
Cachorro,
Amor,
Buena Muerte,...
capta los misterios del alma encogida,
limpia telarañas de dudas y angustias,
promete Esperanza, proclama la Vida.
¿Qué hay de nuevo en que maten a un ser inocente?
¿A quién puede importarle la razón que esgrimieran
para cada condena con forma de cruz...?
Sobre andas doradas tu imagen nos reta:
entrando entre palmas en Jerusalem,
orando en el Huerto, Cautivo ante Herodes,
frente a tu Sentencia, sólo con tus Penas.
Arrastrando el madero en rotunda zancada,
con tus Tres Caídas (y el rostro aún sereno)
solo en el Calvario, con los dos ladrones,
expirando,
ya muerto,
descendido,
¡yacente!
Nada fue así, mas ¿importa?
Tu rostro,
Pasión,
Gran Poder,
Cachorro,
Amor,
Buena Muerte,...
capta los misterios del alma encogida,
limpia telarañas de dudas y angustias,
promete Esperanza, proclama la Vida.
martes, 17 de marzo de 2009
Faltan... 20 días (Advocaciones)
Hay doce varales que escoltan tu llanto,
una rica corona que preside tu pena,
un puñal de oro que ahonda en tu duelo,
un suave rosario que anuda tus manos.
Hay cirios rizados que imitan orquídeas,
figuras de plata que llaman tu paso,
faldones de verde esperanza, gloria de marfil,
candelabros de cola, ¡al cielo con ella!
Hay nombres de Angustia y Tristeza,
Socorro, Amargura, el Mayor Dolor,
Candelaria, Las Aguas, Las Penas, Salud,
Caridad, Patrocinio, Piedad, de la Aurora.
Estrella, Victoria, de la O, Montserrat,
de la Palma, Rosario, Rocío, Guadalupe,
Soledad, Dulce Nombre, Refugio,
Ángeles, Buen Fin, Lágrimas, Valle.
Pero sobran los nombres, no hay advocaciones,
si vienes de frente, Esperanza, en Triana,
si alcanzo a mirarte, Macarena, en tu barrio.
una rica corona que preside tu pena,
un puñal de oro que ahonda en tu duelo,
un suave rosario que anuda tus manos.
Hay cirios rizados que imitan orquídeas,
figuras de plata que llaman tu paso,
faldones de verde esperanza, gloria de marfil,
candelabros de cola, ¡al cielo con ella!
Hay nombres de Angustia y Tristeza,
Socorro, Amargura, el Mayor Dolor,
Candelaria, Las Aguas, Las Penas, Salud,
Caridad, Patrocinio, Piedad, de la Aurora.
Estrella, Victoria, de la O, Montserrat,
de la Palma, Rosario, Rocío, Guadalupe,
Soledad, Dulce Nombre, Refugio,
Ángeles, Buen Fin, Lágrimas, Valle.
Pero sobran los nombres, no hay advocaciones,
si vienes de frente, Esperanza, en Triana,
si alcanzo a mirarte, Macarena, en tu barrio.
sábado, 7 de marzo de 2009
Faltan... 30 días (Estación de penitencia)
De cuando en el barroco penitentes sin rostro
fustigaban su cuerpo, conjuraban su alma
eran aquellas voces que clamaban a coro:
¡convertid al infiel!, ¡castigad al hereje!
Los olores de incienso impregnaban bonetes,
ropones remendados, dalmáticas, sotanas,
túnicas de ruan, cinturones de esparto,
capirotes y capas, sandalias y grilletes.
Hay aún quien sostiene cirios envejecidos
de ese color tiniebla que es un blanco más rancio,
mientras sus pies desnudos pisan los alquitranes
de un siglo que desprecia el misterio y la fe.
Bajo los antifaces de colores diversos
una duda les guía, que no la penitencia;
las voces de este tiempo no precisan más sangre,
sueñan que nunca falte, al menos, esa duda.
fustigaban su cuerpo, conjuraban su alma
eran aquellas voces que clamaban a coro:
¡convertid al infiel!, ¡castigad al hereje!
Los olores de incienso impregnaban bonetes,
ropones remendados, dalmáticas, sotanas,
túnicas de ruan, cinturones de esparto,
capirotes y capas, sandalias y grilletes.
Hay aún quien sostiene cirios envejecidos
de ese color tiniebla que es un blanco más rancio,
mientras sus pies desnudos pisan los alquitranes
de un siglo que desprecia el misterio y la fe.
Bajo los antifaces de colores diversos
una duda les guía, que no la penitencia;
las voces de este tiempo no precisan más sangre,
sueñan que nunca falte, al menos, esa duda.
miércoles, 25 de febrero de 2009
Faltan... 40 días (Miércoles de ceniza)
Esa cruz de ceniza que hoy sella tu frente,
es la misma señal que a través de los siglos
persignaba los rostros de quienes clamaban
un aliento de vida: el público perdón.
Tú la has recibido antes de ir al trabajo,
a media mañana, después de una reunión.
Cuando volvías a casa tras mails y enredos varios,
tras horas infinitas de ocupación estéril.
Pero quienes te han precedido en ese mismo signo,
antes de, humildemente, implorar la penitencia,
purgaron sus culpas con años de desierto,
con jornadas de ayuno, con horas de oración.
No importa nada el símbolo,
nada vale el recuerdo de ambiguas confesiones,
de mentes infantiles rebuscando pecados en sus almas inocentes,
sólo sirve alejarse nuevamente del ruido
y adentrarse en el rito precisando el perdón.
es la misma señal que a través de los siglos
persignaba los rostros de quienes clamaban
un aliento de vida: el público perdón.
Tú la has recibido antes de ir al trabajo,
a media mañana, después de una reunión.
Cuando volvías a casa tras mails y enredos varios,
tras horas infinitas de ocupación estéril.
Pero quienes te han precedido en ese mismo signo,
antes de, humildemente, implorar la penitencia,
purgaron sus culpas con años de desierto,
con jornadas de ayuno, con horas de oración.
No importa nada el símbolo,
nada vale el recuerdo de ambiguas confesiones,
de mentes infantiles rebuscando pecados en sus almas inocentes,
sólo sirve alejarse nuevamente del ruido
y adentrarse en el rito precisando el perdón.
domingo, 22 de febrero de 2009
Antonio Machado
Según dicen las crónicas, después de unos días de pesadilla, huyendo de la guerra, aterido de frío, llegó a Colliure junto a su madre. Se alojaron en una pensión donde murió poco después. Hace hoy setenta años. En un bolsillo, su hermano José le encontró un papel lleno de esperanza:
"Estos días azules y este sol de la infancia."
Tal vez porque ante la cercanía de la muerte recordaba aquel huerto de Sevilla donde madura el limonero...
Al fin, se cumplió la intuición que dejó escrita en su Retrato:
"Y cuando llegue el día del último viaje
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar"
Reconozco en Machado uno de los poetas con cuya lectura más he disfrutado. Más allá de la reivindicación musical de Serrat (valiente y en algunos casos tremendamente inspirada), Machado es un poeta que llega a lo más hondo desde una sencillez apabullante. Sus versos y su prosa (ahí está Juan de Mairena) representan uno de los capítulos más brillantes, y no son pocos, de la literatura en español en el siglo XX.
Su lectura y la de su biografía sí son Educación para la Ciudadanía.
"Estos días azules y este sol de la infancia."
Tal vez porque ante la cercanía de la muerte recordaba aquel huerto de Sevilla donde madura el limonero...
Al fin, se cumplió la intuición que dejó escrita en su Retrato:
"Y cuando llegue el día del último viaje
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar"
Reconozco en Machado uno de los poetas con cuya lectura más he disfrutado. Más allá de la reivindicación musical de Serrat (valiente y en algunos casos tremendamente inspirada), Machado es un poeta que llega a lo más hondo desde una sencillez apabullante. Sus versos y su prosa (ahí está Juan de Mairena) representan uno de los capítulos más brillantes, y no son pocos, de la literatura en español en el siglo XX.
Su lectura y la de su biografía sí son Educación para la Ciudadanía.
sábado, 7 de febrero de 2009
Diez preguntas (impertinentes) sobre Eluana
¿Es la vida un bien que debe protegerse de forma absoluta o es lícito no protegerla o incluso atacarla en algunas circunstancias: legítima defensa, guerra contra Estados totalitarios o contra agresiones exteriores, tratamientos terapéuticos que mitigan el dolor y aceleran la muerte, tratamiento que alargan la vida de forma “artificial”,…?
Si desconocemos si Eluana siente o no. Cómo siente. Qué desea. ¿Puede alguien decidir retirarle el alimento y la bebida?
Si Eluana no responde desde hace muchos años a ningún estímulo exterior, ¿puede alguien obligar a otro a mantenerle el alimento y la bebida?
¿Es la familia –y cualquier familia- quien debe decidir hasta dónde desea cuidar y mantener a sus miembros?
¿Es el Estado quien puede decidir hasta dónde hay que cuidar y mantener a sus contribuyentes?
¿Cuál de las respuestas a las dos preguntas anteriores permite impunemente comportamientos más totalitarios?
¿Puede el propio individuo decidir “libremente” qué debe hacerse con su vida cuando lleguen ciertas situaciones, sin saber qué es lo que sentirá en esos momentos? ¿No es una renuncia –nula- a derechos futuros: a la vida, a un tratamiento médico, al cuidado,…?
¿Puede un dirigente político burlar las leyes de un Estado de Derecho para salvar una vida humana?
¿Pueden ser legítimas leyes que hayan de burlarse para salvar una vida humana?
¿Hasta dónde están todos –estamos todos- preocupados por una vida humana o son sentimientos mucho más innobles los que les –nos- mueven?
Si desconocemos si Eluana siente o no. Cómo siente. Qué desea. ¿Puede alguien decidir retirarle el alimento y la bebida?
Si Eluana no responde desde hace muchos años a ningún estímulo exterior, ¿puede alguien obligar a otro a mantenerle el alimento y la bebida?
¿Es la familia –y cualquier familia- quien debe decidir hasta dónde desea cuidar y mantener a sus miembros?
¿Es el Estado quien puede decidir hasta dónde hay que cuidar y mantener a sus contribuyentes?
¿Cuál de las respuestas a las dos preguntas anteriores permite impunemente comportamientos más totalitarios?
¿Puede el propio individuo decidir “libremente” qué debe hacerse con su vida cuando lleguen ciertas situaciones, sin saber qué es lo que sentirá en esos momentos? ¿No es una renuncia –nula- a derechos futuros: a la vida, a un tratamiento médico, al cuidado,…?
¿Puede un dirigente político burlar las leyes de un Estado de Derecho para salvar una vida humana?
¿Pueden ser legítimas leyes que hayan de burlarse para salvar una vida humana?
¿Hasta dónde están todos –estamos todos- preocupados por una vida humana o son sentimientos mucho más innobles los que les –nos- mueven?
martes, 27 de enero de 2009
El blog del inquisidor (Lorenzo Silva) - 4 de 4
Y acabo con este ejercicio de repaso de los planteamientos más sugestivos del libro con uno que a mí me ha parecido no sólo tremendamente real, sino el origen de gran parte de los desencuentros de las actuales relaciones de pareja.
“Creo que hombres y mujeres vivimos ahora en un momento de cierto desajuste. Y que muchos hombres tienen una imagen desenfocada de la situación, de lo que se habla mucho, pero también bastantes mujeres, de lo que se habla menos. Igual que hay burros que siguen creyendo que las mujeres han de estar a su servicio, hay mujeres que no se han dado cuenta de que alcanzar la independencia significa asumir también la responsabilidad, a todos los efectos. Que no se puede ser amazona para lo que interesa y niña pequeña cuando conviene.
- Ajá, ¿por ejemplo?
No me quieres, eres un cabrón y te has aprovechado de mí. No te quiero, entiéndelo y respeta mi libertad. No pienso plancharte nunca una puta camisa, a ver si te has creído que soy tu esclava, pero tú ya puedes irme preparando cenas románticas, darme caprichos y traerme el desayuno a la cama. A igual trabajo igual salario, pero si rompemos exijo mi derecho a quedarme con la casa, con los niños y con todo lo que pueda sacarte de tu sueldo y a que los jueces me apoyen”.
“Creo que hombres y mujeres vivimos ahora en un momento de cierto desajuste. Y que muchos hombres tienen una imagen desenfocada de la situación, de lo que se habla mucho, pero también bastantes mujeres, de lo que se habla menos. Igual que hay burros que siguen creyendo que las mujeres han de estar a su servicio, hay mujeres que no se han dado cuenta de que alcanzar la independencia significa asumir también la responsabilidad, a todos los efectos. Que no se puede ser amazona para lo que interesa y niña pequeña cuando conviene.
- Ajá, ¿por ejemplo?
No me quieres, eres un cabrón y te has aprovechado de mí. No te quiero, entiéndelo y respeta mi libertad. No pienso plancharte nunca una puta camisa, a ver si te has creído que soy tu esclava, pero tú ya puedes irme preparando cenas románticas, darme caprichos y traerme el desayuno a la cama. A igual trabajo igual salario, pero si rompemos exijo mi derecho a quedarme con la casa, con los niños y con todo lo que pueda sacarte de tu sueldo y a que los jueces me apoyen”.
domingo, 11 de enero de 2009
El blog del inquisidor (Lorenzo Silva) - 3 de 4
La tercera provocación intelectual del libro a la que hacía referencia es una que propone una clasificación de los seres humanos sorprendente, pero que no deja de presentar abundantes similitudes con muchos comportamientos que observamos a nuestro alrededor.
Y lo más curioso es que, como se podrá comprobar, la clasificación no supone una distinción entre actitudes buenas y malas, sino entre formas de ser que, como todo en la vida, presenta siempre las dos caras.
Lo expone del siguiente modo, en un diálogo entre los dos protagonistas:
“- Las personas, según mi teoría, se dividen en dos grandes grupos. Un primer grupo vienen a formarlo los que podemos llamar los ‘contables’
- ¿Los contables?
- Creo que es la palabra que mejor los describe. Son esas personas que siempre llevan la cuenta de todo, tanto en sus actos como en los de los demás. Para ellos todo tiene su contrapartida, y sin ella, carece de sentido. Les gusta que cada peso tenga su contrapeso. Que todo cuadre. (…)
No pienses que se trata de una etiqueta peyorativa. Los contables son personas con rasgos admirables, y capaces de cosas admirables también. Tienen sentido de la justicia, del orden, del equilibrio. Suelen ser fiables, coherentes, eficaces, y esforzarse siempre por corresponder con el bien a los bienes que reciben. No dejarán nunca de pagar una deuda, y nunca se les olvidará lo que te prometieron. Son atentos, detallistas: sus madres saben que siempre las felicitarán por su cumpleaños. Tienen capacidad de anticipación, sentido de la estrategia. Por eso saben organizarse y sirven como nadie para organizar a los demás.
- Ya veo… ¿Y la cruz?
- Como la cara, depende de la persona. Pueden ser intransigentes. Pueden ser también avaros, o codiciosos. Y tienen una cierta propensión al resentimiento. Ellos suelen cumplir lo que se espera de ellos, pero no es difícil que otros no cumplan lo que ellos esperan. Y su sentido de la contrapartida entra aquí en juego de forma implacable. (…)
El otro grupo es el de los que llamaremos los ‘pródigos’.
- Intuyo que la palabra no está escogida al azar.
- No. Los pródigos son aquellos que, al revés que los contables, se despreocupan de llevar la cuenta de lo que hacen y de lo que les hacen. No es una decisión, simplemente carecen de esa capacidad. Pueden muy bien deslumbrar aquí, y fallar completamente allá. Son malos para calcular, para equilibrar, para corresponder. No es que las cosas no les cuadren. Es que se empeñan en descuadrarlas, una y otra vez.
- Vaya, ¿y no hay un término medio?
- No. Esto es pura lógica binaria. Uno o cero. En cada uno de nosotros predomina uno de los dos: el contable o el pródigo. Y eso no quiere decir que no tengamos rasgos del opuesto, de los que podemos servirnos frente a las vicisitudes cotidianas. Pero en las verdaderas encrucijadas, en las crisis, y en definitiva, allí donde cuenta lo que somos en lo más profundo, nos manifestamos como lo uno o como lo otro. (…)
Los pródigos tienen, qué duda cabe, una faceta muy atractiva. Pueden ser brillantes, ocurrentes, creativos. También tienden a ser generosos, apasionados, cálidos. Si les pides un pan no se pararán a contar cuántos otros panes les quedan en la despensa. Nunca miden el afecto, la amistad o la compasión. Y nunca se limitarán a cumplir el plan establecido o a seguir la vía marcada. Siempre mirarán hacia los lados. Y lo que allí encuentran no suelen verlo los contables.
- ¿Pero?
- Pero no llevar la cuenta también juega malas pasadas. Por falta de celo, por descuido, pueden llegar a ser muy desconsiderados. No es difícil que se distraigan, y tampoco que dejen de prever lo que deberían haber previsto, exponiéndose y exponiendo a otros a consecuencias desagradables que habrían podido evitar con un poco más de cuidado. Pueden arruinarse con facilidad, por sus pocas dotes para administrarse. Y no pocos de ellos (todos los pródigos, en realidad, en algún momento de su vida) se comportan de forma incomprensible y temeraria.
- Incomprensible y temeraria para los contables, quieres decir.
- Y para los propios pródigos, cuando caen en la piscina sin agua”.
Y lo más curioso es que, como se podrá comprobar, la clasificación no supone una distinción entre actitudes buenas y malas, sino entre formas de ser que, como todo en la vida, presenta siempre las dos caras.
Lo expone del siguiente modo, en un diálogo entre los dos protagonistas:
“- Las personas, según mi teoría, se dividen en dos grandes grupos. Un primer grupo vienen a formarlo los que podemos llamar los ‘contables’
- ¿Los contables?
- Creo que es la palabra que mejor los describe. Son esas personas que siempre llevan la cuenta de todo, tanto en sus actos como en los de los demás. Para ellos todo tiene su contrapartida, y sin ella, carece de sentido. Les gusta que cada peso tenga su contrapeso. Que todo cuadre. (…)
No pienses que se trata de una etiqueta peyorativa. Los contables son personas con rasgos admirables, y capaces de cosas admirables también. Tienen sentido de la justicia, del orden, del equilibrio. Suelen ser fiables, coherentes, eficaces, y esforzarse siempre por corresponder con el bien a los bienes que reciben. No dejarán nunca de pagar una deuda, y nunca se les olvidará lo que te prometieron. Son atentos, detallistas: sus madres saben que siempre las felicitarán por su cumpleaños. Tienen capacidad de anticipación, sentido de la estrategia. Por eso saben organizarse y sirven como nadie para organizar a los demás.
- Ya veo… ¿Y la cruz?
- Como la cara, depende de la persona. Pueden ser intransigentes. Pueden ser también avaros, o codiciosos. Y tienen una cierta propensión al resentimiento. Ellos suelen cumplir lo que se espera de ellos, pero no es difícil que otros no cumplan lo que ellos esperan. Y su sentido de la contrapartida entra aquí en juego de forma implacable. (…)
El otro grupo es el de los que llamaremos los ‘pródigos’.
- Intuyo que la palabra no está escogida al azar.
- No. Los pródigos son aquellos que, al revés que los contables, se despreocupan de llevar la cuenta de lo que hacen y de lo que les hacen. No es una decisión, simplemente carecen de esa capacidad. Pueden muy bien deslumbrar aquí, y fallar completamente allá. Son malos para calcular, para equilibrar, para corresponder. No es que las cosas no les cuadren. Es que se empeñan en descuadrarlas, una y otra vez.
- Vaya, ¿y no hay un término medio?
- No. Esto es pura lógica binaria. Uno o cero. En cada uno de nosotros predomina uno de los dos: el contable o el pródigo. Y eso no quiere decir que no tengamos rasgos del opuesto, de los que podemos servirnos frente a las vicisitudes cotidianas. Pero en las verdaderas encrucijadas, en las crisis, y en definitiva, allí donde cuenta lo que somos en lo más profundo, nos manifestamos como lo uno o como lo otro. (…)
Los pródigos tienen, qué duda cabe, una faceta muy atractiva. Pueden ser brillantes, ocurrentes, creativos. También tienden a ser generosos, apasionados, cálidos. Si les pides un pan no se pararán a contar cuántos otros panes les quedan en la despensa. Nunca miden el afecto, la amistad o la compasión. Y nunca se limitarán a cumplir el plan establecido o a seguir la vía marcada. Siempre mirarán hacia los lados. Y lo que allí encuentran no suelen verlo los contables.
- ¿Pero?
- Pero no llevar la cuenta también juega malas pasadas. Por falta de celo, por descuido, pueden llegar a ser muy desconsiderados. No es difícil que se distraigan, y tampoco que dejen de prever lo que deberían haber previsto, exponiéndose y exponiendo a otros a consecuencias desagradables que habrían podido evitar con un poco más de cuidado. Pueden arruinarse con facilidad, por sus pocas dotes para administrarse. Y no pocos de ellos (todos los pródigos, en realidad, en algún momento de su vida) se comportan de forma incomprensible y temeraria.
- Incomprensible y temeraria para los contables, quieres decir.
- Y para los propios pródigos, cuando caen en la piscina sin agua”.
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