viernes, 27 de marzo de 2009

Faltan... 10 días (Nazareno)

¿Qué hay de extraño en que un hombre muriera hace siglos?
¿Qué hay de nuevo en que maten a un ser inocente?
¿A quién puede importarle la razón que esgrimieran
para cada condena con forma de cruz...?

Sobre andas doradas tu imagen nos reta:
entrando entre palmas en Jerusalem,
orando en el Huerto, Cautivo ante Herodes,
frente a tu Sentencia, sólo con tus Penas.

Arrastrando el madero en rotunda zancada,
con tus Tres Caídas (y el rostro aún sereno)
solo en el Calvario, con los dos ladrones,
expirando,
ya muerto,
descendido,
¡yacente!

Nada fue así, mas ¿importa?

Tu rostro,
Pasión,
Gran Poder,
Cachorro,
Amor,
Buena Muerte,...
capta los misterios del alma encogida,
limpia telarañas de dudas y angustias,
promete Esperanza, proclama la Vida.

martes, 17 de marzo de 2009

Faltan... 20 días (Advocaciones)

Hay doce varales que escoltan tu llanto,
una rica corona que preside tu pena,
un puñal de oro que ahonda en tu duelo,
un suave rosario que anuda tus manos.

Hay cirios rizados que imitan orquídeas,
figuras de plata que llaman tu paso,
faldones de verde esperanza, gloria de marfil,
candelabros de cola, ¡al cielo con ella!

Hay nombres de Angustia y Tristeza,
Socorro, Amargura, el Mayor Dolor,
Candelaria, Las Aguas, Las Penas, Salud,
Caridad, Patrocinio, Piedad, de la Aurora.

Estrella, Victoria, de la O, Montserrat,
de la Palma, Rosario, Rocío, Guadalupe,
Soledad, Dulce Nombre, Refugio,
Ángeles, Buen Fin, Lágrimas, Valle.

Pero sobran los nombres, no hay advocaciones,
si vienes de frente, Esperanza, en Triana,
si alcanzo a mirarte, Macarena, en tu barrio.

sábado, 7 de marzo de 2009

Faltan... 30 días (Estación de penitencia)

De cuando en el barroco penitentes sin rostro
fustigaban su cuerpo, conjuraban su alma
eran aquellas voces que clamaban a coro:
¡convertid al infiel!, ¡castigad al hereje!

Los olores de incienso impregnaban bonetes,
ropones remendados, dalmáticas, sotanas,
túnicas de ruan, cinturones de esparto,
capirotes y capas, sandalias y grilletes.

Hay aún quien sostiene cirios envejecidos
de ese color tiniebla que es un blanco más rancio,
mientras sus pies desnudos pisan los alquitranes
de un siglo que desprecia el misterio y la fe.

Bajo los antifaces de colores diversos
una duda les guía, que no la penitencia;
las voces de este tiempo no precisan más sangre,
sueñan que nunca falte, al menos, esa duda.