domingo, 28 de diciembre de 2008

El blog del inquisidor (Lorenzo Silva) - 2 de 4

La segunda reflexión a la que hacía referencia es sobre lo que tenemos y lo que nos merecemos en las relaciones personales.

Esto es lo que hace decir mi tocayo a uno de sus personajes:

“Desde entonces, sobre todo en mis relaciones con otras personas, parto de esta premisa: tenemos lo que merecemos tener, y perdemos lo que merecemos perder. Porque sólo merecemos tener lo que necesitamos, y cuando necesitamos algo sabemos cuidarlo y no lo perdemos. Y merecemos perder lo que no necesitamos, y cuando no necesitamos algo no sabemos cuidarlo y dejamos de tenerlo. No sólo resulta lógico, sino que admitirlo así sirve para estar en paz con uno mismo, responsabilizarse de la propia vida y no convertirse en uno de esos pelmas que van por ahí cargando en la cuenta de los demás sus propios fracasos”.

lunes, 22 de diciembre de 2008

Feliz Navidad 2008


(Preparad el camino al Señor – Conexion)

Hay canciones que nos conducen a una época peculiar de nuestras vidas. A unos años en los que la única meta irrenunciable era la libertad, y los valores eran (o al menos, eso presumíamos) inmutables.

La fe no tenía nada que ver con la que nos habían enseñado nuestros mayores. Porque reinventando la Historia, reivindicábamos nuestra personalidad. Y porque cuando proclamábamos la imperiosa necesidad de la coherencia, nos sentíamos como Juan. Como esa voz que clama en el desierto.

¡Preparad! ¡Preparad el camino!

¡Disponed vuestras vidas para que sirvan al Reino!

¡Qué fácil parecía todo! Sin reglas y sin instituciones. Desde la profunda libertad de unos sentimientos que eran tan puros como utópicos.

Y algo de eso intuíamos, aunque no supiéramos cómo expresarlo, cuando al llegar la Navidad, la noche más larga, nos acercábamos corriendo a la Iglesia de Santo Domingo, después de cenar de forma abundante, y afinando las voces como podíamos, mezclábamos villancicos tradicionales con canciones espirituales de principios de los setenta.

No importaba la extraña mezcla musical, ni que el grupo fuera tan cambiante cada año.

No importaba casi nada. Las canciones nos unían con los que teníamos más cerca y nos permitían sentir la Navidad de un modo diferente. Darle a aquella sucesión de comidas y regalos un cierto sentido. Contradictorio y extraño, tal vez. Pero un sentido al fin y al cabo.

Al final, cuando se mostraba la imagen del Niño, cada cual recordaba sus años de infancia y cantaba los villancicos con las misma pasión que puso cuando, muchos años atrás, comenzaba a aprenderlos.

Porque sólo desde esos sentimientos infantiles puede uno admirar el misterio de un Dios que se hace Niño. Sin teologías ni rituales. Sin explicaciones pastoriles ni alambicadas relaciones con otras tradiciones orientales.

Un Niño que nace es siempre un regalo del poder creador de Dios. Cada Niño es el mismo Dios que nos proclama su poder desde la sencillez. Y cada uno de nosotros que acoge al Niño que nace, festeja la Navidad. Como aquellos pastores que en el frío de la noche, fueron a dar compañía a María y a José. A celebrar con ellos un noche especial…

(¡Vamos pastores, vamos! - Villancico)

Al apelar a los recuerdos de la infancia, al escuchar las canciones de la Navidad, comprobamos cada año cómo hay nuevos ausentes. Cómo las mesas van teniendo más huecos y nos vamos convirtiendo en veteranos de la nostalgia. En los próximos que dejaremos un espacio a los que hoy tocan la pandereta y colocan las figuritas del Belén.

Pero no hay prisa. Todavía puede ensancharse la mesa. Todavía podemos apretarnos un poco más. Todavía podemos compartir la alegría de los niños, apresar migajas de su capacidad de sorpresa, emocionarnos con su inocencia, disfrutar de su fe sin fisuras. De su confianza en el Niño que nos nace y en los Reyes Magos que recompensan su esfuerzo constante por portarse bien. Aunque a veces se les olvide en inevitables travesuras…

Y aún hay tiempo para compartir con nuestros mayores su esperanza en el futuro. Su satisfacción por el deber cumplido cuando ven asentarse a sus hijos, crecer a sus nietos. Aprender de su serenidad. De la que les permite ser más flexible en lo accesorio y mucho más estricto en lo importante, lo único importante: el amor y el apoyo que siempre ofrecen a los suyos.

¿Quién renunciará entonces a sentarse en la mesa compartida, a empañarse los ojos de nostalgia, a recordar a los que ya no están en la sonrisa de los más pequeños?

(¡A Belén pastores! – Villancico – Camarón de la Isla)

Hay un extraño rito que asocia el recuerdo del buey y la mula, el nacimiento de Jesús en un destartalado Portal de Belén, con el jolgorio de pastores, ruido de zambomba y castañuelas. Con turrones y mazapanes. Con pavos asados. Con lombarda, langostinos y pescado. Con comidas en familia.

Hay un frío de invierno que se mete en los huesos. Una nieve sobre los portales de corcho que colocamos en las casas, que en nuestra tierra resulta casi una extravagancia. Hay riachuelos de papel de plata, puentes, norias y castillos de Herodes que han mudado de aspecto cada vez que hemos roto o perdido los del año anterior. Hay ovejas de todo tipo de colores, tamaños y expresión. Figuritas que componen un extraño collage de perspectivas con sus tamaños tan dispares.

Hay abetos, y bolas de colores y flores de Pascua y papás noeles que han venido a insertarse de forma artificial en el antiguo rito familiar. Y aunque para los que nos sucedan sus recuerdos de infancia también estén asociados a todos estos elementos, cada vez nos cuesta más reconocernos en según qué imágenes que tratan de representar la Navidad.

(En Navidad - Rosana)

Y volvemos entonces a lo que nos hizo tan feliz. A los sentimientos puros de esa infancia renacida cada Navidad.

A los sonidos que nos tocan la fibra más profunda.

A lo que nos hace conectar con aquello que sentimos más propio, con lo que nos hace imaginar que aún cabe reivindicar la libertad. A pesar de los extraños nudos en los que nos hemos ido enredando.

Retomamos entonces el camino que tantos años hemos recorrido. El recuerdo de una Iglesia muy fría. De la gente que llega apresurada a la Misa del Gallo. De aquel grupo de jóvenes que se reúnen en una de las capillas laterales. De su presencia menuda, sus carpetas de cartón, los papeles gastados con las letras… Un silencio total. Y un grito que anuncia, como cada año, que estamos en Navidad.

(Niños del Edén - Conexion)

martes, 16 de diciembre de 2008

El blog del inquisidor (Lorenzo Silva) - 1 de 4

De los novelistas españoles actuales uno de mis preferidos es Lorenzo Silva.

Además de por tocayo, y de haber tenido la suerte de conocerlo profesionalmente en el ámbito jurídico, creo que es de los que tiene una escritura más poderosa: clara e intrigante a la vez.

Y, sobre todo, es de lo que han vivido profesionalmente una realidad ajena a los endogámicos círculos literarios, lo que le permite mostrar en sus novelas situaciones y personajes que nos resultan (que a mí, al menos, me resultan) terriblemente cercanos. Y lo hace con una perspicacia y una ironía dignas del mayor elogio.

Pero, entre todas sus virtudes, hay una que me resulta especialmente fascinante: su capacidad de sentenciar, de elaborar páginas que resumen toda una filosofía. Filosofía que uno puede compartir o no. Pero que es siempre una provocación para el lector.

En su última novela, "El blog del inquisidor", hay varios ejemplos perfectos de esta capacidad de síntesis. En cuatro entregas iré mostrando las que a mí me resultan más sugestivas. Por riguroso orden de aparición en el libro.

La primera es sobre los efectos de incumplir los compromisos.

Lorenzo Silva pone estas palabras en boca (en el "teclado" más propiamente) del Inquisidor:

"He incumplido compromisos en el pasado, y esa experiencia, unida a una larga meditación posterior, me ha enseñado una lección que procuro aplicar a rajatabla: no te comprometas nunca a la ligera, pero una vez que lo hagas, revienta o rómpete antes de fallar. Porque lo peor de las deudas insatisfechas no es el menoscabo que uno pueda sufrir en la consideración del acreedor: del acreedor uno puede protegerse, apartarse, incluso borrarlo de la mente. La consecuencia más dañina de nuestros incumplimientos es que nos van empujando, de un modo tan imperceptible como inexorable, hacia el borde de nuestro propio abismo interior. No se trata de que los demás no se fíen de uno, sino de acabar no fiándose de uno mismo: llegados a ese punto, no hay manera de impedir el desastre"

domingo, 14 de diciembre de 2008

Primer 2008

Un año más me he dejado caer por el “Primer”, certamen que promociona en el Palacio de Congresos los vinos de maceración carbónica.

Como explica el librito que te dan a la entrada junto al catavino que te permite degustar varias decenas de ejemplos de esta curiosidad enológica “posiblemente el primer vino que bebió el género humano se hizo con este método. Pues más parece fruto de la casualidad que de la técnica. En la Rioja Alavesa es una costumbre ancestral (…): los racimos se vuelcan enteros en el depósito, y, por la presión que ejerce la masa sobre los granos de uva situados abajo, estos se rompen. Se produce así una cantidad de mosto que, al contacto con las levaduras, iniciará la fermentación. Esta fermentación crea en todo el depósito una atmósfera saturada de anhídrido carbónico que afecta a todas las bayas.” Luego, se consigue un primer mosto-vino de muy pocos grados, se procede entonces a la “pisa”, al “repisado” y a la “vuelta entera”, tras la cual quedan aún de 4 a 6 grados por fermentar, lo que hace que la última fermentación alcohólica normal se mezcle prácticamente con la maloláctica.

Se trata de vinos ligeros de color, con un aroma frutal bastante intenso y no muy potentes de sabor. Vinos que son todo fruta. Con grandes detractores, pero que cada vez se van haciendo un hueco más claro por sus importantes virtudes: su reducido precio y su enorme capacidad para acompañar al tapeo. No es vino de asados, de contundentes platos de cuchara, de cocidos o fabadas,… Pero sí de champiñones al ajillo, de alitas de pollo o chipirones fritos, de jamón, patatera o chorizo,… Un vino con una gran relación calidad/precio siempre que se consuma dentro del año siguiente a la vendimia (incluso hay quien dice que no más allá de marzo o abril del año siguiente al de su vendimia).

Para los bodegueros, además, es un vino que les ayuda a mejorar el equilibrio financiero al reducir el tiempo que transcurre entre la vendimia y la comercialización del producto. Menos espacio para almacenar y, sobre todo, menos coste financiero que soportar.

De entre todos los vinos degustados destacaba el “Erre punto”, el maceración carbónica de Remírez de Ganuza, una auténtica exquisitez que, a cambio, es también, y por mucha diferencia, el más caro.

Luberri (Monje Amestoy) es el perfecto ejemplo de lo que es un clásico maceración carbónica de Rioja. Un vino más que correcto a un precio ajustado.

Curiosísimo el maceración carbónica de la bodega mallorquina Macià Batle. En vez de tempranillo (la variedad con la que habitualmente se hacen estos vinos), utiliza un 60% de una de las variedades autóctonas insulares (Mantonegro) en un 60%, completando el restante 40% con la también peculiar Syrah. El sabor tiene un extraño recuerdo a aceitunas negras nada desagradable.

Del otro archipiélago, el canario, llega otra de las magníficas extravangancias de la muestra: el Viña Norte que elabora la bodega Insulares de Tenerife en Tacoronte con Listán negro al 95% y Negramol al 5%. Un vino que merecería la pena degustar sólo por el esfuerzo que supone mantener la tradición vitivinícola en las islas. Pero es que además está rico…

Castaño, en Yecla, hace también un monovarietal diferente, en este caso con uva Monastrell. Graciosa e interesante, además, la grata conversación que pudimos tener con el bodeguero.

Fariña, en Toro, es probablemente quien más ha estandarizado este tipo de vino y quien mejor lo ha comercializado desde hace mucho años. Su “Primero” es una referencia cada año, por su homogeneidad y por la diferente pintura que cada año adorna su etiqueta. Para mi gusto, muy bien en nariz, pero con falta de fuerza en boca.

También de Toro merece una mención especial el “Estancia Piedra”. Aunque más que el tinto en este caso el auténtico descubrimiento fue el verdejo que elaboran con el procedimiento de “nieve carbónica”, que al bajar la temperatura varios grados por debajo de cero hace que se rompan las uvas en un proceso prefermentativo que consigue potenciar enormemente los aromas frutales. Un exquisito vino con toques de melocotón y mango. Una auténtica delicia.

En Aragón, D.O Campo de Borja, Bodegas Borazo elabora “Borazo Primicia” un interesante maceración carbónica 100% Garnacha de monte.

Y otros vinos de Rioja, La Mancha, Cariñena,… aunque, en mi humilde opinión, menos destacados que los anteriores.

Una forma como otra cualquier de pasar una mañana de sábado.

Con el frío que hacía fuera, ¿qué mejor forma de templar el cuerpo y el espíritu?

domingo, 16 de noviembre de 2008

Tres provocaciones

Sobre el consumo

Para los que hemos sido educados en la austeridad, resulta completamente doloroso que el derroche sean fuente prosperidad.

Pero así es. Gran parte de los males que estamos sufriendo en esta crisis (¿quién dijo crisis?) se solventarían con un importante aumento del consumo.

Sé que para ello tal vez haría falta un aumento de la financiación. Pero eso no está en nuestras manos. Derrochar para que las tiendas sigan vendiendo y no se cree más paro sí depende de nosotros.

Sobre la libertad

En UK se ha decidido que una niña de trece años puede rechazar un trasplante de corazón, aunque sea el único medio que puede permitirle prolongar su vida, porque ello implica meses de hospital, y el calvario que lleva, en una sucesión angustiosa de enfermedades, le hace valorar de forma más ventajosa la compañía de sus seres queridos el tiempo que le reste de vida.

Y algo así dilucidó nuestro Tribunal Constitucional sobre un menor (testigo de jehová) que rechazó una transfusión de sangre.

Tal vez estas decisiones de los niños, que les conducen de forma inevitable a la muerte, sean libérrimas por su parte. Sin una pizca de influencia de sus padres, profesores o mayores en general que tengan ascendencia sobre ellos.

Porque resulta que si los niños de esa edad deciden tener relaciones sexuales con mayores, aún con su consentimiento, se considera violación.

Pero debe ser que decidirse por la muerte es menos relevante que una felación.

Sobre el coste de los derechos civiles

Tal que el sábado por la mañana, unos simpáticos manifestantes de la CNT tenían cortada una calle perpendicular a la que habito para recordarle a la SGAE que no les gustaba aquello del canon y no-sé-qué-otra-cosa de un litigio que deben traerse entre ambos.

Para tan relevante acontecimiento había seis o siete patrullas de antidisturbios de la policía nacional y cuatro o cinco furgonetas del Servicio Urgente de Limpieza del Ayuntamiento de Madrid, además de otros efectivos de la policía municipal que debían regular el tráfico en calles adyacentes para reconducir a los despistados conductores.

En general, el fenómeno de las manifestaciones, si no tiene un componente estético, me parece algo bastante vulgar. Y como en mi barrio tengo grandes posibilidades de que me afecte casi cualquier congregación ciudadana multitudinaria (desde la visita del Papa hasta el Desfile del 12 de octubre pasando por el día del orgullo gay o el de la bicicleta), he de reconocer que me va empezando a tocar los cojones que la libertad de manifestación tenga que corresponderse en gran medida con la imposibilidad de que yo salga de mi casa o vuelva a ella en vehículo automóvil.

Pero lo del sábado llega al absoluto desquicie. Porque es dinero ciudadano (que subvenciona a la CNT) manifestándose contra dinero ciudadano (que subvenciona a la SGAE a través del canon). Enfrentamiento que supone un mayor derroche de gasto público en despliegue policial (nacional y municipal), en efectivos de limpieza (SELUR) y en cabreo ciudadano que no puede libremente acceder a donde pretende.

¿Podría cada cual costearse sus vicios -putas, drogas, libros, películas, excursiones, conciertos o manifestaciones- y dejar el dinero ciudadano para infraestructuras, justicia y policia -la necesaria para apresar a maleantes, de forma que la que tiene estar en estos eventos la paguen sus organizadores de su propio pecunio-?

Lo mismo no evitamos que estas chorradas se sigan produciendo. Pero al menos conseguiremos que, además de tocarnos los cojones, no nos roben la cartera.

viernes, 3 de octubre de 2008

Ángelus (una propuesta diferente)

¡Fíjate que callados están todos!

Ahora que te has ido, que no estás aquí para reñirles, van y se callan a la hora del Ángelus. ¡Tiene guasa!

¿Te acuerdas cuando empezamos con esto? Yo debía tener catorce o quince años. Y tú te habías empeñado que aquí había que hacer el campamento. Y te pusiste a moverlo todo para que tuviéramos unas condiciones mínimamente aceptables. Pero las cosas no son tan sencillas. Y resultó que había que conseguir que viniera mucha gente, y que parte de ellos fueran haciendo y adecentando las instalaciones,… Y el panorama de lo que era el campamento cambió radicalmente. Porque en Pinofranqueado o en García de Sola había poco de arreglar. Y lo que había se arreglaba en muy poco tiempo (salvo las colchonetas, que ya podía uno darle mandobles que no acababa nunca de limpiarlas del todo…). Por eso, la mayor parte del tiempo la gente se lo pasaba hablando, cantando, preparando una obra de teatro, escribiendo,… Agitando, en fin, su mente y las conciencias.

Pero al llegar aquí hacía falta gente de otro tipo. Gente que estuviera dispuesta a tirarse todo el día acarreando piedras, encalando las paredes, construyendo el suelo del comedor,… Gente que con veinte años no estaba dispuesta a que nadie le dijera a las doce que había que parar diez minuto para escuchar unos textos orientales y tratar de adivinar la letra de una canción en un equipo de megafonía que todavía funcionaba casi a pilas. Por no hablar de la cocina, donde siempre hacía falta reclamar a gritos alguna ayuda a eso de las doce y tres minutos…

Y tú te empeñaste en que no. En que a esa hora había que conseguir que todo se parara, que todo el mundo se callara, que se apuntara una idea que diera sentido a lo que cada uno estaba haciendo.

Y lo conseguiste. ¿No lo ves? Están todos callados. Ninguno se acuerda de Tagore ni de Gibran; de Bertol Brecht ni de Francisco el Buenagente. Pero da lo mismo. Porque lo importante no era que ellos se pararan ni que otros proclamáramos lo que entonces creíamos a pie juntillas. Lo importante era que cada uno tuviéramos nuestro minuto de gloria. Los pontoneros con sus arpilleras, los de la cocina consiguiendo alimentar con recursos escasos a tanta gente sin mayores contratiempos y los del micrófono y las canciones construyendo nuestra propia personalidad con lo que creíamos estar haciendo para los otros.

De hacer que cada uno, con su particular historia, ahondara en el misterio de la fe, ya te encargabas tú. ¿O por qué si no están todos ahora aquí callados? No porque quieran escucharnos a los de siempre, sino porque están escuchando tus palabras. Porque les enseñaste a caminar en solitario, a sentirse responsables de todo lo que hacían. Sabiendo, eso sí, que tú andabas detrás. Esperando lo que hiciera falta. Acogiendo nuevamente a quien hubiera vuelto después de mucho tiempo.

Por eso te echan de menos. Porque hasta hace muy poco sabían que estabas ahí. Y ahora, averiguar cómo hay que seguir caminando es cada vez más complicado. Pero no pierden la esperanza. ¿No los ves? Siguen callados. Yo creo que alguno ha conseguido recordar en este rato conversaciones enteras contigo. Conversaciones de esas de cuando uno tiene una edad en la que cada cosa que se le diga marca su personalidad. ¡Pues de esas! ¡Y no son pocas!

Lo difícil ahora será no sólo mantener esas conversaciones en el recuerdo, sino tratar de intuir cómo pueden servirnos para ir enfrentándonos a una vida cada vez más compleja.

Estoy seguro que tú, desde donde andes, no nos vas a dejar tirados. Que ya te las ingeniarás para que no nos desorientemos del todo.

Aunque siempre dándonos un poco de vidilla. Dejando que tropecemos muchas veces, que nos equivoquemos,… Porque en esta escuela de vida, que comenzaba en los campamentos y no acababa nunca, era cada uno quien debía ir eligiendo su propia senda.

Y supongo que será eso lo que nos sigas diciendo. Que no nos compliquemos. Que esto consiste sólo en ser libres, asumiendo que esto no significa hacer lo que se nos ocurra en cada momento, sino irse despojando de todo lo que no nos deja comportarnos conforme lo que realmente sentimos y nos hace sentirnos mejor de forma más duradera. Y que siempre hay un límite, que son los otros, a los que hay que admirar, asumir y acoger siempre.

Ya sé que se nos olvida muy a menudo. Pero no sé por qué, algo me dice que ahora te vas a encargar de recordárnoslo con más frecuencia. Nos hará mucho bien. Ahora que no te tenemos delante, nos hace más falta que nunca.

miércoles, 1 de octubre de 2008

Tres reflexiones sobre la crisis

Una reflexión ética

La crisis económica que nos viene asediando desde hace más de un año ha puesto de manifiesto las terribles deficiencias éticas de los que se ganan la vida en el circuito financiero.

El asunto no consiste, como tratan algunos, en que haya que acabar con la especulación, que es una pieza más del sistema económico que permite el desarrollo que hemos tenido en los últimos años. Lo que hay que valorar es si la remuneración de los directivos y de los profesionales de las entidades financieras debe estar vinculada a resultados a corto plazo o debe relacionarse con verdaderos escenarios de creación de valor en las empresas.

No parece lógico que la inversión en bolsa se haga sin tener en cuenta cuáles son los fundamentos reales de cada empresa (más que nada porque quienes recomiendan la inversión son jóvenes analistas financieros que jamás han estado en una empresa de la economía real y que no conocen ni el sector ni las particularidades con las que cada una de ellas se desenvuelven). Como tampoco es razonable que en un banco haya quien se limite a generar deuda para paquetizarla y venderla a otras entidades cuando su propia entidad no estaría dispuesta a asumir en solitario ese riesgo (ni siquiera en solitario).

Además, los incentivos empresariales son a corto plazo y quien ha tomado una decisión equivocada (que, como casi todas, sólo se reconoce como tal cuatro o cinco años después) no debe responder de su error porque ha cambiado su puesto de trabajo antes del colapso. Y resulta, entonces, que la rotación en estas empresas es una perfecta excusa para que todos eludan sus responsabilidades. Una muestra más de la absoluta falta de mecanismos de control en quienes deben encargarse de velar por la estabilidad del sistema financiero.

Una reflexión ideológica

Cuando uno defiende el liberalismo no lo hace por extravagancia ni por pragmatismo.

La intervención y la regulación en la economía pueden ser muy útiles desde un punto de vista económico. Si se hacen con criterio pueden ayudar a una mejor asignación de los recursos. Si se realizan en un escenario de pánico como el actual pueden colaborar al apaciguamiento de las turbulencias financieras.

Pero sean cuales fueran las intervenciones, y sean cuales fueren sus efectos en la economía, siempre supondrán una reducción en el ámbito de libertad de los individuos, de cada individuo.
Y uno sigue reivindicando el individuo como el único núcleo de absoluta realidad.

Al final, no son las empresas, ni los Ayuntamientos, ni las congregaciones, ni las asociaciones, ni las cuadrillas, ni las escuelas, ni las sociedades, ni las familias,… las que sufren. El sufrimiento, como la alegría, son sensaciones epidérmicas de las que sólo puede hablar (y, en general, malamente) quien las experimenta.

La reivindicación del liberalismo es una reivindicación del individuo. De su absoluta libertad. De la necesidad de que sea responsable hasta el final de las consecuencias de sus actos. De los conscientes y de los atolondrados. Porque, como en la educación de los niños, uno sólo puede aprender realmente lo que quema o lo que da calambre si alguna vez ha sentido el calor y el doloroso cosquilleo de los kilowatios.

Una reflexión informativa

Si los periodistas supieran de lo que están hablando tal vez agravaran las consecuencias de la crisis. Pero, al menos, no generarían más perplejidad.

Cuando uno escucha al responsable de un banco (incluso si es el responsable del banco que vive en New York y habla en inglés) hay cosas que se le escapan. Y siempre tiene la sensación de que no le está diciendo toda la verdad (a veces, ni siquiera un pequeño pedazo). Pero cuando uno lee y escucha a la mayoría de los “informadores” de nuestros “media” advierte las profundas razones por las cuales triunfa en nuestro país la prensa del corazón. Es de lo único de lo que comprenden algo. Y los amables espectadores están encantados de sentir que, más allá de las verdades, en lo que se escucha en esos programas hay algo de coherencia.

domingo, 14 de septiembre de 2008

Soberanía, consultas y Parlamentos

El Tribunal Constitucional acaba de declarar, en una reciente sentencia, la inconstitucionalidad de la Ley 9/2008, de 27 de junio, del Parlamento Vasco, de convocatoria y regulación de una consulta popular al objeto de recabar la opinión ciudadana en la Comunidad Autónoma del País Vasco “sobre la apertura de un proceso de negociación para alcanzar la paz y la normalización política”.

Más allá de deficiencias procedimentales en la tramitación de esta ley que pretendía habilitar al lendakari Ibarretxe a efectuar esta consulta, el Tribunal Constitucional explica cómo “La Ley recurrida presupone la existencia de un sujeto, el ‘Pueblo Vasco’, titular de un ‘derecho a decidir’ susceptible de ser ‘ejercitado’ (…) equivalente al titular de la soberanía, el Pueblo Español, y capaz de negociar con el Estado constituido por la Nación española los términos de una nueva relación entre éste y una de las Comunidades Autónomas en las que se organiza. La identificación de un sujeto institucional dotado de tales cualidades y competencias resulta, sin embargo, imposible sin una reforma previa de la Constitución vigente.”

Y es que ese “sujeto” que trata de crear la Ley del Parlamento Vasco es “un sujeto creado, en el marco de la constitución, por los poderes constituidos en virtud del ejercicio de un derecho a la autonomía reconocido por la Norma fundamental.” Y, por tanto, “Este sujeto no es titular de un poder soberano, exclusivo de la Nación constituido en Estado”.

Recordando Sentencias anteriores, el Tribunal Constitucional insiste en que “la Constitución parte de la unidad de la Nación española, que se constituye en Estado social y democrático de Derecho, cuyos poderes emanan del pueblo español en el que reside la soberanía nacional”. E insiste en que el procedimiento que pretende el Parlamento Vasco “no puede dejar de afectar al conjunto de los ciudadanos españoles, pues en el mismo se abordaría la redefinición del orden constituido por la voluntad soberana de la Nación, cuyo cauce constitucionalmente no es otro que el de la revisión formal de la Constitución”.

Y concluye este argumento señalando que la consulta “incide sobre cuestiones fundamentales resueltas con el proceso constituyente y que resultan sustraídas a la decisión de los poderes constituidos. El respeto a la Constitución impone que los proyectos de revisión del orden constituido, y especialmente de aquéllos que afectan al fundamento de la identidad del titular único de la soberanía, se sustancie abierta y directamente por la vía que la Constitución ha previsto para esos fines. No caben actuaciones por otros cauces ni de las Comunidades Autónomas ni de cualquier órgano del Estado, porque sobre todos está siempre, expresada en la decisión constituyente, la voluntad del Pueblo español, titular exclusivo de la soberanía nacional, fundamento de la Constitución y origen de cualquier poder político”.

En resumen, la Sentencia reivindica la soberanía del Pueblo español como fundamento último de cualquier decisión sobre la organización político-institucional, de forma que no cabe hablar de soberanía asociada a los cuerpos electorales de las diferentes comunidades autónomas.

La Sentencia ha sido acogida con satisfacción por los principales partidos políticos de ámbito nacional y por la práctica totalidad de analistas políticos y conformadores de opinión, así como por la ciudadanía en general. Nunca está de más que se recuerde lo obvio a quien, con burdos juegos de palabras y esperpénticos simulacros de prestidigitación, quiere conformar por su propia voluntad un sujeto constituyente, a través de una consulta supuestamente orientada a un fin distinto y mediante una ley de propósito único y sin alcance general.

Pero más allá de la conformidad con esta Sentencia, hay quienes ya tratan de buscar en ella los fundamentos para acabar con el reciente Estatuto de Autonomía de Cataluña. Acudiendo al mismo concepto de soberanía, dicen, es difícil sostener muchas de las prerrogativas que se han concedido a aquella autonomía en materias como la judicial, presupuestaria o fiscal, por poner sólo algunos ejemplo. Y más complicado aún es reconocerle un derecho a negociar directamente en pie de igualdad con el Estado central determinadas materias.

Mucho me temo (y ya lo siento) que la pretendida identificación de ambos casos vaya a resultar frustrada. Porque al igual que la Sentencia reconoce la existencia de un único poder soberano (y constituyente) permite que los estatutos de autonomía incluyan ciertas previsiones (por ejemplo, en materia de consultas populares) siempre que hayan sido establecidas específicamente en aquellos a través de los cauces procedimentales oportunos. Esto es, parece que existe una sola soberanía, pero no que ésta (o parte de la misma) sea delegable.

Y es que, si no, ¿por qué existen parlamentos autonómicos? Sin un poder soberano, ¿cómo puede existir poder legislativo?

Porque probablemente ni en el ámbito teórico ni, menos aún, en el ciudadano, se ha hecho una reflexión seria de lo que supone el estado autonómico. De si es sólo (que no es poco) un modo de administrar intereses particulares desde una mayor cercanía, o si implica algún tipo de atribución de verdadero poder político originario (soberano). Y si esto es así (bien porque se estén reconociendo realidades previas, bien porque sean creados ‘ex novo’ en el proceso constituyente) si esto tiene límites, dónde están y quién debe decidirlos.

No hay duda es que el nuevo Estatuto catalán (como el andaluz, el valenciano y otros muchos) redefinen la relación del Estado central con cada autonomía. Y esto altera tanto el pacto constituyente que resulta cuando menos cuestionable que sea algo que pueda hacerse directamente por la Cortes Generales sin una consulta previa al conjunto del Pueblo español como pueblo soberano. Porque así como el pueblo catalán ha tenido ocasión de pronunciarse sobre cómo quería relacionarse con el Estado español, no ha sido el Pueblo español quien ha decidido si le conviene o no esa relación, sino sus representantes, atribuyéndose esta representación en una materia que parece pudiera exceder de sus competencias ordinarias.

Realmente, estamos presenciando ahora las deficiencias de un sistema improvisado en un momento político en el que nunca debieron tomarse estas decisiones. Los que éramos muy pequeños cuando todo aquello sucedió nos echamos las manos a la cabeza cuando vemos cómo se fueron desarrollando algunos acontecimientos. Por ejemplo, cuando uno contempla en el vídeo que vendía hoy El Mundo sobre el año 1980 los avatares con los que Andalucía consiguió una autonomía del mismo nivel que Cataluña o el País Vasco. Escuredo, el presidente del órgano preautonómico de entonces, justifica toda la que se organizó porque desde el Gobierno (de una UCD moribunda) se pretendía dejarles en una autonomía que sólo suponía una descentralización del poder, pero que podía no incorporar un parlamento con verdadera capacidad legislativa. ¿Tan malo hubiera sido aquello para Andalucía que a la postre hubiera supuesto un modelo autonómico radicalmente distinto en toda España, mucho menos clientelista y más eficiente?

miércoles, 27 de agosto de 2008

Pacífico

En él hubo un tanto de amigo y un tanto de padre. Un punto de profesor y un pellizco de fraile. Hubo un algo de aventurero y una vocación (no frustrada del todo) de empresario.

Pacífico (Pachi, el Cura) reconocía a cada uno al poco de entrar en su clase y sabía qué era lo que podía dar, de bueno y de malo. Como conocía su persona, sus debilidades y sus logros (de los cuales se enorgullecía sin vano pudor).

No le hemos querido por lo que nos ha dado. Por esa forma tan particular de pasar veranos y puentes festivos. El aprecio ha sido personal, único, por lo que ha hecho por nosotros, por cada uno de nosotros. Por su forma de entregarse a una vocación tan particular (y tan dura) como la de los jóvenes.

Porque Pacífico no ha sido un agitador social ni un dinamizador cultural, aunque haya abierto a muchos los ojos a las realidades más duras y a las nuevas formas de expresión artística. No ha sido un ecologista ni un guía de turismo, a pesar de que entendiera y admirara la naturaleza en lo que vale y en lo que es (sin falsas protecciones o miradas waldisneynianas) y de que los viajes al extranjero fueran mas completos o valiosos que los de cualquier intermediario especializado.

Él ha sido un hombre de fe. Que mezclaba la necesaria fe del carbonero con la de quien había intuido que, desde aquí, cualquier teología que hagamos es pura palabrería si no nos sirve para acercarnos al hermano. Para reconocer en los demás a alguien que es parte de nosotros.

Y una fe franciscana. De una radicalidad tan absoluta que merecía la pena, apetecía,... pero uno notaba siempre que las fuerzas flaquearían antes incluso de intentarlo.

Pero, al fin, Pacífico no era un teórico. Era alguien cercano que a cada uno nos dio todo lo que tenía, que nos exigió lo máximo y nos hizo descubrir en nosotros caminos que nunca hubiéramos supuesto que podíamos transitar. Nos dio libertad de hacer (y de equivocarnos). Pero nos dio, sobre todo, su afecto y su cercanía.

Ahora, que lo que nos queda es vivir de su recuerdo, surge la duda de si sabremos descubrir en nosotros los límites para darnos a los demás, para hacer brotar lo que, poco a poco, con paciencia unas veces y tosca violencia otras, nos recordaba: la libertad entendida en el más profundo de sus sentidos. Libertad para que nada ni nadie (de fuera o como parte de nuestras propias pasiones) condicione nuestro modo de ser y de estar en e mundo y con quienes nos rodean.

domingo, 18 de mayo de 2008

A vueltas con los funcionarios... en Extremadura

En una de las primeras entradas de este blog ya hablé de funcionarios. En estas fechas, me cuesta actualizarlo como me gustaría, pero sigo anotando cosas para futuras entradas.

De momento, otra ración de funcionarios. Y no por obsesión, sino porque creo que o cambiamos los valores de quienes acceden al mercado de trabajo o no hay economía que resista ciertas cifras.

Esta mañana, leyendo la prensa regional de Extremadura (diario Hoy) me he encontrado con una noticia que advertía que en Extremadura, casi uno de cada cuatro trabajadores era funcionario. En concreto, el 22% de los ocupados.

He buscado datos en las páginas web del Ministerio de Administraciones Públicas y del Instituto Nacional de Estadística y he comparado este porcentaje con el de otras Comunidades. He elegido Andalucía, Madrid y Valencia. Los datos pueden no ser del todo correctos porque no he comprobado que todos ellos estén cerrados a la misma fecha, pero creo que dan una idea aproximada de lo que estamos hablando.

En Extremadura, la tasa de ocupación es del 52'84% y el porcentaje de funcionarios respecto a la población total ocupada del 22%.

En Andalucía, la tasa de ocupación es del 57'14% y los funcionarios son el 15% de los ocupados.

En la Comunidad de Valencia, hay una tasa de ocupación del 60'97%, y sólo el 10% de los ocupados son funcionarios.

En la Comunidad de Madrid, la tasa de ocupación es del 63'83% y son funcionarios el 13% de los ocupados.

A partir de aquí, uno puede analizar la aportación al PIB nacional, la renta per cápita de los ciudadanos en cada una de las comunidades,... Y me temo que en todas estas estadísticas en Extremadura estaremos a la cola.

Razones no nos faltan, pues, para oponernos a la publicación de las balanzas fiscales. Como tampoco nos faltan para quejarnos de olvidos seculares y de deudas históricas pendientes.

Pero hay más que eso. O alguien empieza a decirle a la gente que tiene que comer de lo que trabaje y produzca y no de lo trabajen y produzcan otros, o vamos de cráneo.

Una sociedad en la que la máxima aspiración de sus ciudadanos es trabajar en la función pública, y en la que el 41% de la población (52'84% de ocupados y 78'8% que no son funcionarios) tienen que trabajar para mantener al restante 59% es una sociedad con serios problemas de crecimiento y redistribución. (Teniendo en cuenta, además, que el 52'84% es más de lo que representan los trabajadores respecto a la población total).

Si además calculáramos la renta media de los que trabajan, nos sorprendería lo poco que hay para distribuir.

Y esto no es un problema de ambición, liberalismo salvaje o falta de solidaridad de unas comunidades con otras. Es un problema de una cierta responsabilidad individual y colectiva en el futuro personal y de la tierra en la que uno vive.

Responsabilidad en la que el máximo ejemplo deberían darlo los políticos. Precisamente los que menos lo hacen y más se aprovechan de esta situación.

miércoles, 23 de abril de 2008

Federico y Herrera: la paradoja de la mañana (y II)

La paradoja a la que me refería hace unos días es que Federico y Herrera tienen los oyentes cambiados.

Federico Jiménez Losantos es un intelectual de amplia formación filosófica y artística que ha virado desde el extremismo de izquierdas (dictaduras asiáticas incluidas) hasta una defensa acérrima de la uniformidad de la nación española y la potenciación de la lengua castellana en Cataluña que, constituyendo los principales valores de su discurso, convierte en enemigos a todos los que no se ajustan a sus patrones ideológicos y a sus batallas. Su indudable formación (que debería conducirle a un cierto escepticismo vital y a un alejamiento del integrismo) ha sido opacada por un estilo vehemente y un especial interés en repartir diplomas de buena o mala conducta según su exclusivo dictamen.

Tal vez porque en su evolución ideológica comienza con pensadores que subordinan el individuo a la razón de estado, aunque se reivindique como liberal no ha asumido personalmente el principal eje de este sistema de pensamiento que es el respeto profundo de cada ciudadano desde la absoluta igualdad de todos ellos, y la necesidad de que todos sean apreciados como valiosos salvo cuanto atenten a (muy pocos) valores básicos para la convivencia.

Sin duda, su pensamiento también tiene que ver con una ausencia de valores religiosos, declarándose abiertamente no-católico y contrario a algunos de los elementos básicos de esta religión (en especial en el reconocimiento del otro como hermano, en el poner la otra mejilla,…), aunque sí que comulga con determinados postulados de la Iglesia española actual en materia de “orden y costumbre”.

Esto podría llevarnos a otra discusión: cómo puede compatibilizarse este “orden y costumbre” con la compasión al prójimo. Pero sirva ahora para advertir que es el punto de conexión que hace que los oyentes más conservadores le hayan convertido en un líder mediático y reciban sus arengas mañaneras como alimento básico para el duro esfuerzo diario de enfrentamiento con una sociedad y unos políticos deleznables.

Sin duda, quienes menos comparten sus valores más profundos, su visión del arte, su evolución intelectual,… son precisamente quienes le apoyan e idolatran.

Precisamente lo contrario que sucede con Carlos Herrera, un persona de costumbres mucho más conservadoras en su visión de la familia, su acercamiento a la Iglesia, su particular y heterodoxo señoritismo andaluz de Semana Santa de balcón, Feria de caseta propia y toros en el callejón (puro incluido),… Herrera no es un intelectual ni lo pretende, aunque tiene un agudo sentido para el entendimiento y el análisis social y político. Su formación es más científica (completó la carrera de Medicina que nunca ejerció). Y sus aficiones mucho más tradicionales: de los embutidos a la copla, pasando por todo lo que sepa a Andalucía.

CH tiene un ingenio y una socarronería que le permiten no relativizar las cuestiones que considera vitales, pero exponer su crítica con un lenguaje que no incorpore violencia adicional. Porque la razón del discurso puede perderse por un exceso de trascendencia. Y porque la inteligencia de los oyentes agradece la sugerencia y desprecia la imposición. En su defensa de la unidad de España, de la lengua en Cataluña, de la necesidad de la contundencia contra ETA y su entorno,… Carlos Herrera es tan radical o más que Federico. Pero su forma de plantearlo difiere completamente.

Tal vez por eso, los oyentes de Herrera son más jóvenes, vitalmente más inquietos, de ideologías más diversas,… Y, paradójicamente, en su vida diaria más alejados del tradicional estilo vital de CH.

Por otras coincidencias de la vida ambos conocen perfectamente (y aman) Barcelona, han vivido un tiempo en Miami y han sido víctimas del terrorismo (FJL de los GRAPO, que le secuestraron durante unas horas y le tirotearon en una pierna y CH de ETA, que le envió aquella desafortunadamente famosa “caja de puros·).

Y no parece que se lleven mal. Vean si no esta entrevista… (la entrevista en sí comienza más o menos en la mitad del programa)

http://www.libertaddigital.tv/ldtv.php/programas/ver-lahoradefederico/la_hora_de_federico_21_02_08/

sábado, 12 de abril de 2008

Federico y Herrera: la paradoja de la mañana (I)

Desde hace muchos años escucho diariamente la radio. Recuerdo cuando, adolescente, seguía los programas de Hermida en la incipiente Antena 3, las historias de Garci, los debates, la información,… Y por la tarde, las geniales tertulias dirigidas por Miguel Ángel García Juez, con Luis Ángel de la Viuda, Ortuño, Carandell y Pumares. Con ellos, se me despertó el interés por la política desde una mirada crítica, escéptica y nada crispada. Muy diferente, pues, del frentismo que uno escucha ahora en casi cualquier espacio del dial.

Luego vinieron Antonio Herrero por la mañana, Balbín por la noche y García de madrugada (éste último, interesante sólo, para mí, cuando no hablaba de deporte).

Con la maniobra de destrucción de Antena 3, mis devociones se repartieron entre la COPE y Radio Nacional (lo de que no haya anuncios es una delicia). En ésta última, hubo unos años, hasta el 2004, unos debates nocturnos de lo más interesantes que, además, permitían escuchar noticias después de las 00:00h., cuando todas las demás emisoras se pasaban a los deportes.

Ahora, sólo puedo escuchar la radio al levantarme, cuando me acompaña en los cinco minutos de personal enfrentamiento matutino entre el deber y la pereza y por la noche cuando, ya reventado, me preparo una cena contundente mientras escucho opiniones diversas sobre las últimas estupideces de los políticos.

¡Qué lejos estas tertulias de aquellas de los ochenta! No sé si es que la sociedad ha cambiado mucho y ya no le interesan debates de altura o si es que nuestros políticos dejan poco margen para intelectualidades. Me temo que haya un poco de ambas cosas. Y que cada año vamos a peor.

Aunque siempre hay elementos curiosos para la reflexión. Como la extraña paradoja de Federico Jiménez Losanto y Carlos Herrera. Pero eso es ya parte de otra historia…

domingo, 9 de marzo de 2008

Reflexiones de urgencia

Con el noventa y poco por ciento escrutado hay algunas cosas que deberían analizarse:

1.- El sistema favorece a los partidos grandes de forma abrumadora. Si el sistema fuera proporcional, la distribución de escaños sería, más o menos, como sigue (entre paréntesis el número de escaños al 95'35%):

PSOE: 157 (169)
PP: 145 (153)
CIU: 11 (10)
PNV: 5 (6)
IU: 16 (3)
Esquerra: 5 (3)
BNG: 4 (2)
CC: 2 (2)
UPyD: 5 (1)

Como puede apreciarse son básicamente los partidos nacionales minoritarios (UPyD y, muy especialmente, IU) quienes resultan perjudicados con este sistema. Si queremos que todos los votos valgan igual, habría que revisar esto (entre otras cosas).

2.- El PP tiene 18 escaños menos que el PSOE en Cataluña y 11 menos en Andalucía. Sólo la diferencia de los de Cataluña es más que la diferencia total de escaños entre ambos partidos. ¿Pueden adoptarse decisiones políticas de tanta trascendencia como el modelo de Estado en contra del criterio del partido que resultaría mayoritario si no se tuviera en cuenta la diferencia de escaños en aquella región a la que se beneficia adoptando ese acuerdo?

3.- Y, como siempre: ¿cuándo conseguiremos que implanten un sistema para que los representantes lo sean sólo en la gestión, pero que las decisiones relevantes sean decididas directamente por los ciudadanos -consultas habituales y preferiblemente a través de internet para cualquier ley de cierto alcance-? Uno está dispuesto a delegar el día a día (por pura necesidad), pero no a que nadie represente mi voluntad de forma permanente (ni siquiera de cuatro en cuatro años).

viernes, 7 de marzo de 2008

Faltan... 10 días

Y al final de la cuaresma, de los cuarenta días de penitencia reducida, ¿qué ha cambiado en nuestras vidas?

Es muy duro, pero es, al fin, lo único que importa: cada ser humano que contemplamos cerca de nosotros, ¿es un hermano? ¿lo tratamos como tal?

La cruz y la imaginería de antaño no sirven más que para reivindicar un espacio de libre intercambio de ideas y sentimientos. Pero siguen ahí: ¿milagro del destino o signo de protesta?

Era más fácil la vida de la infancia...

lunes, 25 de febrero de 2008

Faltan... 20 días

Para cualquiera que no haya nacido o haya sido educado en la tradición cultural occidental la contemplación por vez primera de un crucificado debe resultarle absolutamente estremecedora. Cuando, además, llegue a saber que la cruz es un símbolo de identificación cristiana su sorpresa debe ser inenarrable.

Exactamente lo contrario de lo que nos sucede a nosotros. Que a fuerza de convertirla en un elemento cultural (más incluso que religioso) hemos dejado de impresionarnos al contemplarla.

A decir verdad, la cruz no fue el primer elemento identificador de los seguidores de Jesús. Para quienes le conocieron, la cruz era un instrumento de tortura y no un elemento de liberación. Hasta el siglo tercero, el ictus (esa especie de pez formado por dos arcos que sigue decorando a menudo los ropajes sagrados) o el crismón (la X y la P unidas) eran los anagramas de las incipientes comunidades. Y después, cuando aparece la cruz, lo hace como fondo al que se sobrepone un Jesús resucitado, triunfante.

Es con la evolución e institucionalización de la religión cristiana con la que la cruz va adquiriendo un inaudito protagonismo.

Porque lo relevante de Jesús no fue su muerte. Antes y después de él, muchos hombres justos murieron por defender la verdad, por ayudar a los inocentes, por proteger a los indefensos.

Lo novedoso de Jesús, desde la perspectiva de la fe, es su divinidad, su triunfo sobre la muerte. Pero es posible que en gran medida esto no sean sino expresiones metafóricas, construcciones teológicas. Por eso, lo realmente universal y nuevo a la vez es su mensaje. Su propuesta de proyecto vital. Sus valores. El reconocimiento del otro como uno mismo. La necesidad de liberarse de las reglas que impiden al hombre, y a cada hombre, alcanzar su dignidad. El sermón de la montaña. La advertencia de que quien no sea como un niño no entrará en el reino de los cielos. El perdón y la otra mejilla como actitudes permanentes. La simplicidad.

Quizá si se hubiera elegido otro símbolo para el desarrollo de la Iglesia, la fe no se hubiera asociado a una vida de prohibiciones y sufrimiento, sino a un proyecto fraternalmente alegre.

Hubiéramos perdido, tal vez, en iconografía. Pero hubiéramos ganado en la vuelta a lo esencial.

sábado, 23 de febrero de 2008

Censores postmodernos

Empecé el blog, hace unos meses, con una reflexión sobre la educación para la ciudadanía. Semanas después me pidieron colaboración para la reaparación del Hermano Papel y acompañé un artículo sobre esta misma cuestión con un enfoque algo distinto.

El artículo iba a publicarse, y así figuraba en la relación que se me envió poco antes de que se enviara a imprenta el número cero de la nueva temporada... Pero parece que después alguien decidió que no "convenía" a sus intereses de reposicionamiento interno mostrarse tan generoso con las opiniones discrepantes poco antes de las elecciones. Aunque el reposicionamiento fuera en un partido político y las opiniones en una asociación que nada tiene que ver con los manejos municipales o autonómicos.

Agradezco, en todo caso, el esfuerzo (que sé que no es poco) por volver a publicar el Hermano Papel. Eso es más importante que la inserción de un artículo de más o de menos. Pero resulta extraño a lo que debía ser la forma de proceder en una asociación como esa las censuras de este tipo.

El artículo era simplemente este.

DIECIOCHO PROPOSICIONES Y UNA POSTDATA ACERCA DE LA EDUCACIÓN
(PARA QUE SIRVAN AL DEBATE SOBRE LA EDUCACIÓN PARA LA CIUDADANÍA)

1.- Para lograr un adecuado nivel de cohesión social es necesario compartir unos principios básicos.
2.- Estos principios básicos deben inculcarse en la escuela.
3.- Para inculcar estos principios básicos, tanto sirve una asignatura específica, como ir trufando con ellos el resto de las asignaturas.
4.- Ambas opciones son igualmente válidas.
5.- Los principios básicos no deben confundirse con las creencias, las ideologías, lo políticamente correcto,…
6.- Tampoco con las leyes (de suyo contingentes en cualquier democracia).
7.- Principios básicos son sólo aquellos sin los cuales una sociedad deja de ser lo que es.
8.- Por ejemplo, en nuestra sociedad, el respeto a la vida, la libertad de expresión, la libertad de creencias religiosas,… En definitiva, los derechos civiles propios de la cultura occidental.
9.- No son principios básicos la forma de vivir la sexualidad, la distribución autonómica del poder político, el consumo responsable, el cambio climático, los derechos de los homosexuales, la concepción de la familia, el papel de la religión en la sociedad,…
10.- En todas estas materias, el Estado no puede imponer una determinada forma de entender el mundo.
11.- No debe ni siquiera proponer una forma concreta de enfocarlas o sugerir que hay diversas formas de verlas.
12.- En el mundo de los valores, de la política, de la ideología,… la familia es la única competente para la educación de los niños y los jóvenes.
13.- Un Estado (o 17 Comunidades Autónomas) que trata de utilizar la escuela para trasladar su visión del mundo se convierte, sólo por ese motivo, en totalitario.
14.- El adoctrinamiento de las conciencias por parte del Estado es la violación más perniciosa de la libertad individual que puede cometerse.
15.- Ni siquiera las elecciones otorgan a un Gobierno o permiten a un Estado imponer su visión del mundo.
16.- Porque la libertad individual a la formación de la conciencia (la libertad de pensamiento, al fin y al cabo) es un derecho humano anterior (y superior) a cualquiera que pueda tratar de atribuirse el Estado.
17.- Cuando un Estado o un Gobierno trata de atribuirse cualquier derecho por encima de los derechos humanos individuales, realiza una actuación ilegítima.
18.- En ese caso, los ciudadanos tienen la obligación moral de reivindicar su derecho a que el Estado no invada su ámbito de libertad.
PD. Lo difícil, por tanto, será dilucidar hasta dónde llega el derecho de los padres a la educación en valores y dónde comienza el del Estado a trasladar los principios básicos de organización social. No habiendo criterios irrefutables, un Gobierno prudente haría bien en abstenerse de establecer nuevas materias que linden con el mundo de los valores o de una cierta visión del mundo si la práctica totalidad de la sociedad no la reclama abiertamente.

viernes, 15 de febrero de 2008

Faltan... 30 días

La iconografía de la pasión nace en el barroco, tras el Concilio de Trento, como forma de reivindicar la espiritualidad católica y en respuesta a la reforma luterana.

Los artistas de las distintas escuelas fueron creando motivos pasionistas que interpelaban a la conciencia y movían a la oración.

Crucificados (Amor, Estudiantes, Cachorro,…), dolorosas (Estrella, Valle, Macarena, Esperanza de Triana, todas bajo palio en Sevilla, o las castellanas, talladas con mimo hasta en el último pliegue de su ropa), Cristos yacentes (impresionante el de Gregorio Fernández, en Valladolid, ahora en diálogo en El Prado con el cuadro del Crucificado de Velázquez), nazarenos (Gran Poder y Pasión), descendimientos (Quinta Angustia, el paso de misterio perfecto), Soledades (la de San Lorenzo –casi una niña- o las castellanas, con la espada en el corazón), Ecce Homo, Cristo atado a la columna, Coronación de Espinas, Stabat mater,…

En todos hay un canon clásico que mezcla la belleza y el dolor.

Pero de toda la iconografía, la de mayor dramatismo es la de la Piedad. La madre que sostiene al Hijo muerto. No cabe dolor más grande. Mayor sensación de impotencia.

El canon, aquí, es el de Miguel Ángel. En la impresionante escultura de mármol que se encuentra en la Basílica de San Pedro, en el Vaticano (contemplada, casi enfrente, por la imagen de San Pedro de Alcántara). La madre parece más joven que el Hijo, pero no importa. Con sólo un color, el blanco, la imagen traslada todo el realismo de la escena. Y muestra un dolor sereno.

Luego, el propio Miguel Ángel retoma el mismo motivo y cambia radicalmente su representación. En sus últimos años, acentúa el dramatismo. Las figuras (ahora erguidas) resultan inacabadas (voluntariamente o no), pero con sólo unos golpes de cincel muestran la crudeza del momento. Son la Piedad Rondanini, la Bandini y la de Palestrina (sea en esta última suya toda la ejecución, o sólo el esbozo de las imágenes).

Las representaciones procesionales, en madera, se acercan a la imagen del vaticano. A la iconografía tradicional. La madre mece al Hijo. Lo sostiene en su regazo sobre el blanco sudario. Junto a él, a menudo, la corona de espinas agudiza la idea de sufrimiento. Como en el Baratillo, con el rotundo Cristo muerto de Ortega Brú, probablemente el último imaginero del barroco en aquel convulso siglo XX.

Queda pendiente volcar en la madera la tragedia del último Miguel Ángel. Esos esbozos de dolor supremo. De una madre madura que apenas puede con el cuerpo inerte del Hijo. Y junto a él, Nicodemo, un hombre bueno que le ayuda a sujetarlo. Más allá de la fe, improbable entonces. Desde la humanidad y la compasión. Todo un ejemplo. Incluso para quienes se dicen con fe.

miércoles, 6 de febrero de 2008

Faltan... 40 días

De niños, formábamos en filas en el patio del colegio para ir ordenadamente a la Iglesia y recibir la ceniza.

Nos extrañaba el símbolo y comprendíamos poco del ayuno y la abstinencia. Era difícil entender por qué uno iba a ser mejor cristiano si comía un potaje de vigilia que si tomaba un bocadillo de torreznos. De otros ayunos y de otras abstinencias tardaríamos años en saber. Aunque tampoco comprenderíamos qué tenía que ver Dios con todo aquello.

No sabíamos, porque nadie nos lo explicó o porque éramos aún pequeños para lograr comprenderlo, que con aquella ceniza continuábamos una tradición de miles de años en las que los restos del fuego simbolizaban penitencia y conversión.

Por aquellos años, Dios era algo familiar e inevitable. La conversión era algo ajeno, de quienes no habían tenido la suerte de conocer a Jesús porque en sus países aún creían en otros dioses. Y la penitencia, eran sólo los rezos que seguían a confesiones monótonas y rituales.

Acercarse hoy a recibir los restos de las palmas bendecidas el Domingo de Ramos de hace un año tiene algo de nostalgia. Pero es, sobre todo, un grito desagarrado pidiendo una señal.

Ya no importa siquiera que nos recuerden que somos polvo y que a él volveremos. Que la vida es frágil, menuda, corta,.. Que nada de lo que acumulemos tiene importancia. Porque ¿qué sentido tiene insistir en nuestra contingencia si no hubiera nada que esperar, o si nuestras fuerzas no fueran bastante para sobreponerse al pecado -que todo lo abarca si uno escucha a según qué predicadores-?

Volveremos hoy a agachar la cabeza. A sentir en ella la señal de la cruz. A recibir la marca del mechón ceniza en los cabellos (que antes se notaba con claridad y ahora se entremezcla con las canas abundantes).

Y así, reconciliados con nuestra propia historia, retomaremos el rumbo de la vida cotidiana, tan ajena a esa ceniza, tan distante de los patios de colegio de la infancia, tan extraña de Dios, tan implacable…

sábado, 2 de febrero de 2008

Popurrí

Festival de Flamenco. El miércoles 30 de enero y el viernes 1 de febrero he estado en el Teatro Albéniz para ver dos de las actuaciones del Festival Flamenco de Caja Madrid. El Cabrero, Mayte Martín y Calixto Sánchez el primer día; el segundo, El Capullo de Jerez, El Lebrijano y el Torta. Me quedo, sobre todo, con Mayte Martín. Impresionante la limpieza y la dulzura de su voz. Es realmente extraño degustar el flamenco más puro de una forma tan sutil. De las peteneras a las guajiras, fue acariciando los temas, meciéndolos. Nada que ver con los quejíos roncos y recios tan frecuentes. También me gustaron El Lebrijano y el Torta. El primero, con algunos ligeros apuntes de su mestizaje con las músicas del norte del África, pero dejando para el final algunos palos esenciales en toda su pureza. Se le notan los años en todos los sentidos: la calidez humana, el asentamiento del arte y unas menores facultades. El Tora tuvo también momentos celebrados, especialmente en los palos más festeros (a cambio, tuvo la desventaja de que llevábamos ya más de dos horas y media en el teatro cuando empezó su actuación). El Cabrero y el Capullo de Jerez me decepcionaron. El primero, parece que estaba con la voz tocada y se le notó destemplado. Esperaba mucho de su flamenco “social” y sus fandangos, pero de lo primero apuntó sólo eslóganes contra la Iglesia y el capitalismo sin otra justificación o gracia que el sentido que podían tener ciertas cosas hace treinta años…; los fandangos tampoco supieron a mucho. Y a El Capullo, aunque tenía una actuación razonablemente ordenada, y los guitarristas y palmeros ayudaban a la fiesta, era imposible seguirle mínimamente las letras además de que la voz no le ayudó especialmente. Calixto Sánchez tuvo momentos de conexión con el público, aunque lo suyo es una rotundidad en el cante que resultaba incluso molesta después de la sutileza de Mayte Martín.

Silvio Rodríguez en las cárceles de Cuba. Silvio Rodríguez ha finalizado una gira por cárceles cubanas tratando de llevar a los presos algo de cultura. Silvio forma parte de una memoria sentimental que me traslada a la adolescencia y a la juventud. Canciones como Unicornio, Por quién merece amor, Ojalá, Resumen de Noticias, Vamos a andar, Testamento, Ángel para un final, Te doy una canción, Al final de este viaje en la vida, Imagínate,… están íntimamente asociadas a momentos felices, iniciáticos, junto a gente muy querida. Su concierto junto a Aute (el primer “Mano a mano”) es uno de los mejores en los que he estado nunca. Pero con el paso de los años, su continua defensa del régimen de Castro ha ido menguando mi admiración por el artista y, sobre todo, por el hombre. El que, ahora, realice una gira con otros compañeros de trova y de revolución, para donar gotitas de esperanza a quienes, en algunos casos, están encarcelados sólo por defender la libertad y la justicia, me resulta bochornoso. Seguiré escuchando sus canciones de vez en cuando. Pero cuando las oigo, la melancolía y el disfrute se mezclan inevitablemente con un fondo amargo de recuerdo a todos los que sufrieron y sufren en Cuba por aquella situación que tanto satisface y a la que tanto debe el autor.

Hechos de nubes. Hasta donde alcanza mi recuerdo, el primer disco-homenaje (al menos en español y en el mundo de los cantautores) en el que diversos autores versionaban canciones de un compañero fue el “Querido Pablo”, en el que Amaya, Ana Belén, Víctor Manuel, Aute, Silvio, Miguel Ríos,… cantaban con Pablo Milanés. Luego, vinieron otros al canalla de Aute, al Sabina de las mujeres, a Serrat,… Ayer descubrí, casi por casualidad, “Hechos de nubes”. Un homenaje a Pablo Guerrero. El cantautor extremeño es, para mí, uno de los mejores poetas de la música de finales del XX en nuestro país. Y un autor que, aunque minoritario, ha seguido una evolución musical interesantísima en la que, desafortunadamente, la voz no le ha acompañado. De aquel Pablo Guerrero en el Olimpia de París a los últimos libro-discos hay un recorrido de honestidad con su propia trayectoria que no es muy frecuente. Guardamos, además, para el recuerdo canciones como Busca a la gente de mañana, Planeó, A cántaros, A tapar la calle, Evohé, La maga de Coimbra, Dama de cielo roto,… En el CD hay versiones interesantísimas (Luz Casal cantando Límites, por ejemplo) y otras prescindibles (la que hace La cabra mecánica de Evohé, sin ir más lejos). Pero más allá de lo que cada uno piense de los quince temas elegidos, hay un acierto fundamental, que es homenajear a este artista y traérnoslo, aunque sea por azar, nuevamente a la memoria.

sábado, 26 de enero de 2008

Faltan... 50 días

El Alcalde-Mayordomo aguarda impaciente en una nave oscura de la Concatedral. Poco antes de dar las doce de las noche, se aparta del grupo que reza en silencio y sale por una puerta lateral.

No lleva reloj, pero ha conseguido interiorizar con precisión el paso del tiempo. Por eso, justo cuando las lejanas campanas de San Juan comienzan a sonar, él da tres golpes en la puerta y exige en voz alta: “¡Que salga la hermandad del Cristo negro! Dios lo quiere así”.

La gente que abarrota la plaza musita en voz baja oraciones y súplicas. Los mayores explican a los pequeños, casi en silencio, las leyendas que se atribuyen a la imagen. Dentro de Santa María, dos hermanos veteranos abren los portones y salen el muñidor y la cruz de guía.

Son sólo cincuenta hermanos los que procesionan. Pero llenan con su impresionante presencia toda la Ciudad Monumental (la “parte antigua” como la hemos llamado desde siempre los de Cáceres).

Con túnicas negras y cíngulo de esparto, capuchas sobre el rostro y antorchas en la manos. Sólo la esquila y el timbal destemplado marcan el discurrir de la procesión. Como debió ser desde su fundación, en el siglo XV, para enterrar a los difuntos. Y sobre tres cojines (el único lujo del cortejo) los símbolos de la pasión: clavos, mazo y corona de espinas.

Poco después de su refundación, a finales de los ochenta, murió D. Jesús Domínguez, el obispo sevillano que había animado al reducido grupo de fieles que se planteó revivir la hermandad. Como alguno de sus predecesores, dejó indicado su deseo de morar para siempre en la capilla del Cristo, bajo sus pies. Aquel año, me impresionó ver su mitra detrás del Cristo inclinado, apoyado sobre andas metálicas y decorado sólo con la hiedra. En la subida por los adarves, se veía al fondo el Palacio Episcopal. Tan vacío, tan distante,…

Junto a las murallas, la gente retrocedía al ver llegar a la imagen. Se alejaba para no rozarla. Por no tentar a la suerte y a quienes aseguran que quien la toca recibirá la cercana visita de la muerte.

Sin duda, aquella imagen esculpida en madera africana y destinada a la devoción particular de alguna familia poderosa, conserva intacta su capacidad de emocionar.

miércoles, 16 de enero de 2008

Faltan... 60 días

Sólo quien vive en Sevilla, o quien la ha vivido de forma intensa aunque intermitente y se ha impregnado de su particular ritual, cuenta los días que faltan hasta el Domingo de Ramos.

En bares de Triana y del Arenal, en colmados cercanos a la Alfalfa, en las tiendas más tradicionales de San Vicente y del Museo, en cualquier lugar de encuentro junto a El Salvador, uno encuentra una tablilla en la que, con tiza, cada día, se van señalando los días que quedan para que La Borriquita pida la venia en La Campana.

Es un modo de sentirse vivo, de ponerse deberes ante Dios, de acumular la nostalgia y recordar los olores y vivencias de la primavera. No, la Semana Santa en Sevilla no es sólo religión. El Gran Poder y La Macarena, El Cachorro y la Virgen de la O, el Cristo de los Estudiantes y la Esperanza de Triana, el Amor y la Amargura, Pasión y el Valle, la Quinta Angustia, la Piedad y la Caridad del Baratillo, la Soledad de San Lorenzo,… no son sólo advocaciones. Son un modo de anclaje en la historia, una forma imprescindible de sentirse parte de una tradición que integra el corazón y la memoria.

Pero también es, sin duda, la recreación de un catolicismo tridentino, barroco, de contrarreforma. Una exhibición del dolor y la muerte idealizados a través de la belleza. Una madre juvenil y un Hijo maduro y Redentor.

Y aunque uno haya descubierto el rito en la adolescencia, lo sentirá tan dentro, de una forma tan inocente y vital, como tantas otras cosas que descubre en esos años.

Este mes de marzo, la luna de parasceve madruga más que nunca. La distancia entre el nacimiento y la muerte se acorta de forma inexorable. Un símbolo más para que recordemos nuestra finitud.

sábado, 12 de enero de 2008

Acompañamientos (I)

Por si alguien se ha quedado con hambre después de la Navidad

Me gusta el foie con un buen sautern,
el chorizo de matanza, con vino de pitarra (y si es de Robledillo, mejor),
el jamón, con una manzanilla (si es en Andalucía), o un tinto de crianza,
la torta del casar, con un trozo de pan de pueblo.

Los asados de cordero, con tinto de Ribera,
las gambas de Huelva, con una caña bien tirada,
las migas de mi madre, con café con leche.
El pan, con aceite.

Los boquerones en vinagre caseros, con un poco de ajo picado, un chorrito de aceite y patatas El Gallo,
el rabo de toro, con un tinto reserva,
el tapeo, con vinos de maceración carbónica (sí, ya sé que no son muy populares, pero a mí me gustan).
Y los quesos, en el postre (como hacen los franceses).

De vez en cuando, una comida ligera, acompañada desde el principio hasta el final con cava.
Los desayunos en el AVE a Sevilla, también con cava (salvo cuando voy a trabajar).
Los demás desayunos, con zumo de naranja.
Y los mariscos, con un blanco de Rueda (de savignon blanc, mejor que de verdejo).

Comer a diario, con agua (aunque no lo parezca),
los huevos fritos, para comerlos con pan en vez con el tenedor (por eso no los pido en restaurantes),
las verduras, a la plancha, con un chorrito de aceite y unos granos de sal gorda,
la sopa del cocido, con muchos fideos.

El tomate, con vinagre de módena y un aceite virgen extra de Baena, Priego, Cazorla,…
El gazpacho, sin pepino.
La porra antequerana, con patatas a lo pobre.
Y el salmorejo, con unos taquitos de jamón.

Qué aproveche.

viernes, 4 de enero de 2008

De la familia y otras miserias

Estoy realmente sorprendido tanto por la concentración que se realizó el pasado domingo día 30 de diciembre en la Plaza de Colón en defensa de la familia cristiana como por las reacciones que ha suscitado en el PSOE y en diversos medios y comunicadores afines.

Respecto a la concentración en sí, desafortunadamente refleja una Iglesia de movimientos conservadores y pensamiento tradicional y escasamente crítico. Una Iglesia en la que faltan referencias al mensaje evangélico y abundan las citas a los Pontífices. En la que el mantenimiento del orden establecido es más importante que la opción preferencial por los pobres y excluidos. En la que los preceptos son más importantes que la fe.

Además, hay algunas cosas que deberían tenerse en cuenta.

1.- Tratar de justificar la defensa de la familia (y más de la familia tradicional) desde el Nuevo Testamento es una verdadera osadía. Sin duda, en la concentración había lectores más asiduos a las Escrituras, pero de lo uno ha leído y recuerda (que no es poco), no parece que la defensa de la familia fuera una de las prioridades de Jesús. De hecho, tanto él como los suyos dejaron sus familias porque tenían algo más importante que hacer. Y no parece que sus afectos estuvieran centrados sólo en aquellos a quienes le unían vínculos de sangre. Sin duda, Jesús nace en una familia y la Virgen aparece en momentos destacados de su trayectoria vital. Pero no es desde la familia tradicional desde la que está enfocada su vida o su predicación. Esto no quiere decir que la familia no sea importante o no merezca respeto para Jesús. Sino que para él lo más relevante es el individuo, su misión y su salvación. Y la familia lo será en la medida en que le ayude a esto. Pero, desde luego, no como forma de organización social.

2.- La defensa de la familia cristiana que se hizo en la concentración se realizó por contraposición a otras realidades, enfoque que no es el más creativo ni el más didáctico. Faltaron, a mi juicio, exposiciones desenfadadas y alegres de por qué una familia cristiana es positiva para quienes la experimentan. Creo que haya razones, y muy valiosas, y ejemplos significativos de que una familia fundada en ciertos valores ayuda de forma intensa al desarrollo de la persona y genera un entorno positivo. Pero se hizo poco hincapié en esto.

3.- Por el contrario, había un discurso tremendamente pesimista sobre las actuaciones que estaban conduciendo al declive de este modelo de familia y que, para los asistentes, parecían ser sobre todo tres: el aborto, la legislación sobre el matrimonio homosexual y la implantación de la educación para la ciudadanía. Tres aspectos que nada (o muy poco) tienen que ver con la familia (en seguida veremos por qué).

4.- Si la familia cristiana tiene que ser un referente, debe serlo porque, en su confrontación con otras realidades, se muestre más rica para sus miembros y más enriquecedora para quienes la rodean. Por eso, si está en declive no será porque haya mejores o peores medidas legislativas, sino porque no hay suficiente capacidad de irradiación de sus valores por parte de quienes dicen defenderla. Sin duda, son convenientes medidas dirigidas a fomentar la natalidad, la conciliación de la vida personal y laboral, la atención a los mayores, a los jóvenes,… pero esto es algo que debe hacerse de la forma más eficaz para el conjunto de la ciudadanía. Y si hay alguna medida que, beneficiando al conjunto de la sociedad, no está en línea con los valores de la familia cristiana, tal vez la reacción de ésta no deba ser criticar estas medidas, sino alegrarse de que otras realidades sean también beneficiadas.

5.- Volviendo a las tres medidas legislativas más criticadas, el aborto es algo que nada tiene que ver con la familia, sino con la defensa de la vida humana, que es algo anterior (y superior) a la familia. La discusión aquí es cuándo comienza la vida; si es lícito interrumpir una vida (o proyecto vital) cuando por un descuido, inconsciencia o delito se ha producido la fecundación; si es lícito hasta cuándo y si no lo es, si eso debe dar lugar a consecuencias penales y para quién. Particularmente creo que es un asunto de una enorme relevancia moral, que la actual regulación es una chapuza para encubrir una ley de plazos y que hay vida (y debe ser objeto de protección) desde la fecundación o la implantación del cigoto en el útero. Pero asumiendo la crítica a una sociedad que mira hacia otro lado cuando se producen miles de abortos cada año, lo que no creo es que se pueda mezclar con el debate sobre el modelo de familia. Ni, menos aún, que se diga que por favorecer el aborto se está debilitando la familia cristiana. Por favorecer el aborto se está minusvalorando la vida humana. Y eso es algo terrible para quienes viven en una familia tradicional, para quien vive solo, para quien ha fundado o es parte de un hogar monoparental y para las parejas homosexuales. Si realmente se quiere defender la vida, mejor sería distinguirlo de otros debates, porque su relevancia es superior a cualquier otro, y no se deberían perder apoyos por mezclarlo con realidades absolutamente coyunturales y más discutibles.

6.- La regulación del matrimonio homosexual tampoco es algo que tenga que ver con la familia, o que la perjudique. Se trata de una realidad que hay que regular (sobre todo desde el punto de vista patrimonial) y que cualquier gobierno sensato debe hacer. Para mí, se ha hecho del peor modo posible, que es llamándolo matrimonio y equiparándolo a una realidad distinta. Pero siendo así, lo que no parece es que porque se permita este “matrimonio” se esté acabando con la familia cristiana. Sin duda, se favorece una cierta confusión terminológica, pero no parece que esto deba ser algo que ponga en peligro la familia, salvo que se considere que llamándolo igual y equiparándolo en derechos, algunos preferirán la unión homosexual cuando antes no lo hacían. Espero que no sea esto lo que se haya pensado.

7.- Respecto a la educación para la ciudadanía sí que hay una cierta relación con la familia… en cuanto a la educación de aquellos hijos que nacen en una familia. Pero también es un problema que va mucho más allá. Lo relevante aquí no es la relación con la familia, sino el hecho de que el Estado no puede imponer, a través de la educación, su visión del mundo. Y no puede hacerlo ni a los hijos de familia cristiana, ni a los que hayan nacido de una madre soltera, ni de los que hayan sido adoptados por un padre o una madre solos, o por una pareja homosexual. Es, nuevamente, mezclar problemas que no tienen nada que ver. Quienes tienen el derecho a educar a los hijos son los padres, formen parte de una familia o no. Y también aquí, asociar la crítica a esa asignatura con una determinada visión de la familia es desenfocar el debate y reducir los apoyos.

Dicho todo lo cual, la actitud del PSOE y de sus medios afines ha sido aún más rancia, desafortunada e irresponsable

Parece evidente que lo que se pretende es movilizar al sector más extremista de los votantes de izquierda al insinuarles que votar al PSOE es votar contra la Iglesia, algo que algunos todavía les “pone”. Sería bueno que así lo entendieran quienes votan al PSOE desde posiciones más moderadas y actuaran en consecuencia.

En todo caso, mandar a los obispos a presentarse a las listas electorales, negarles la posibilidad de criticar las políticas que consideren injustas o de congregar a sus fieles, aludir al nacionalcatolicismo o realizar las tremendas descalificaciones e insultos personales e institucionales que se han realizado demuestran una bajeza moral y una falta de argumentos preocupantes de la sedicente progresía. Además de azuzar odios y enfrentamientos afortunadamente superados y que el Gobierno más que nadie debería preocuparse por no reavivar.

Pero sobre todo, resulta escalofriante el elemento de crítica fundamental: que los obispos han hecho política y no religión. Porque ello supone, en primer lugar, desconocer que la religión no se circunscribe al ámbito privado, sino que tiene una dimensión pública que no puede limitarse sin afectar de forma esencial al adecuado ejercicio de la libertad religiosa. Pero, además, porque evidencia una concepción de la política exclusivamente partidista y basada en la representación parlamentaria, cuando estos no son sino instrumentos que deben facilitar, y no entorpecer, una participación más directa, libre y diversa de los ciudadanos en la vida pública. ¡Claro que los obispos y los católicos que acudieron han hecho política! Como la hacemos todos los que escribimos o nos manifestamos públicamente en la calle o en la red. Como lo hace la SGAE en relación con el canon, los “intelectuales” del “no a la guerra” en los Goya, los colegios profesionales en relación con los cambios en los planes de estudio,… Y más política que debería hacerse desde la sociedad civil prescindiendo de los partidos y superando sus estrechas miras. Una visión así de la política supone reducir el ámbito de libertad del ciudadano a unos minutos cada cuatro años para votar y entender que con el voto se apodera a quien resulte ganador para hacer cuanto le plazca durante su mandato. Sin embargo, hay quienes entendemos que esa representación debe tener unos límites bien marcados y que deben buscarse todo tipo de fórmulas que garanticen una intervención más directa de todos. Porque uno puede preferir la política económica de un partido, la autonómica de otra y la social de un tercero. Y no hay razones que justifiquen que quien gane unas elecciones porque se le dé más importancia en un momento dado a un elemento que a otro pueda con ello aplicar aspectos con los que el conjunto de la sociedad no está de acuerdo. Por eso es tan alarmante la reacción del PSOE, porque trata de limitar la participación ciudadana descalificando todo aquello que no se haga desde los partidos y se legitime desde las elecciones.

Al final, lo más terrible es que entre unos y otros sólo quedan las consignas. Y que a base de insultos y eslóganes nadie debate con mediana seriedad de las cosas importantes.