viernes, 4 de enero de 2008

De la familia y otras miserias

Estoy realmente sorprendido tanto por la concentración que se realizó el pasado domingo día 30 de diciembre en la Plaza de Colón en defensa de la familia cristiana como por las reacciones que ha suscitado en el PSOE y en diversos medios y comunicadores afines.

Respecto a la concentración en sí, desafortunadamente refleja una Iglesia de movimientos conservadores y pensamiento tradicional y escasamente crítico. Una Iglesia en la que faltan referencias al mensaje evangélico y abundan las citas a los Pontífices. En la que el mantenimiento del orden establecido es más importante que la opción preferencial por los pobres y excluidos. En la que los preceptos son más importantes que la fe.

Además, hay algunas cosas que deberían tenerse en cuenta.

1.- Tratar de justificar la defensa de la familia (y más de la familia tradicional) desde el Nuevo Testamento es una verdadera osadía. Sin duda, en la concentración había lectores más asiduos a las Escrituras, pero de lo uno ha leído y recuerda (que no es poco), no parece que la defensa de la familia fuera una de las prioridades de Jesús. De hecho, tanto él como los suyos dejaron sus familias porque tenían algo más importante que hacer. Y no parece que sus afectos estuvieran centrados sólo en aquellos a quienes le unían vínculos de sangre. Sin duda, Jesús nace en una familia y la Virgen aparece en momentos destacados de su trayectoria vital. Pero no es desde la familia tradicional desde la que está enfocada su vida o su predicación. Esto no quiere decir que la familia no sea importante o no merezca respeto para Jesús. Sino que para él lo más relevante es el individuo, su misión y su salvación. Y la familia lo será en la medida en que le ayude a esto. Pero, desde luego, no como forma de organización social.

2.- La defensa de la familia cristiana que se hizo en la concentración se realizó por contraposición a otras realidades, enfoque que no es el más creativo ni el más didáctico. Faltaron, a mi juicio, exposiciones desenfadadas y alegres de por qué una familia cristiana es positiva para quienes la experimentan. Creo que haya razones, y muy valiosas, y ejemplos significativos de que una familia fundada en ciertos valores ayuda de forma intensa al desarrollo de la persona y genera un entorno positivo. Pero se hizo poco hincapié en esto.

3.- Por el contrario, había un discurso tremendamente pesimista sobre las actuaciones que estaban conduciendo al declive de este modelo de familia y que, para los asistentes, parecían ser sobre todo tres: el aborto, la legislación sobre el matrimonio homosexual y la implantación de la educación para la ciudadanía. Tres aspectos que nada (o muy poco) tienen que ver con la familia (en seguida veremos por qué).

4.- Si la familia cristiana tiene que ser un referente, debe serlo porque, en su confrontación con otras realidades, se muestre más rica para sus miembros y más enriquecedora para quienes la rodean. Por eso, si está en declive no será porque haya mejores o peores medidas legislativas, sino porque no hay suficiente capacidad de irradiación de sus valores por parte de quienes dicen defenderla. Sin duda, son convenientes medidas dirigidas a fomentar la natalidad, la conciliación de la vida personal y laboral, la atención a los mayores, a los jóvenes,… pero esto es algo que debe hacerse de la forma más eficaz para el conjunto de la ciudadanía. Y si hay alguna medida que, beneficiando al conjunto de la sociedad, no está en línea con los valores de la familia cristiana, tal vez la reacción de ésta no deba ser criticar estas medidas, sino alegrarse de que otras realidades sean también beneficiadas.

5.- Volviendo a las tres medidas legislativas más criticadas, el aborto es algo que nada tiene que ver con la familia, sino con la defensa de la vida humana, que es algo anterior (y superior) a la familia. La discusión aquí es cuándo comienza la vida; si es lícito interrumpir una vida (o proyecto vital) cuando por un descuido, inconsciencia o delito se ha producido la fecundación; si es lícito hasta cuándo y si no lo es, si eso debe dar lugar a consecuencias penales y para quién. Particularmente creo que es un asunto de una enorme relevancia moral, que la actual regulación es una chapuza para encubrir una ley de plazos y que hay vida (y debe ser objeto de protección) desde la fecundación o la implantación del cigoto en el útero. Pero asumiendo la crítica a una sociedad que mira hacia otro lado cuando se producen miles de abortos cada año, lo que no creo es que se pueda mezclar con el debate sobre el modelo de familia. Ni, menos aún, que se diga que por favorecer el aborto se está debilitando la familia cristiana. Por favorecer el aborto se está minusvalorando la vida humana. Y eso es algo terrible para quienes viven en una familia tradicional, para quien vive solo, para quien ha fundado o es parte de un hogar monoparental y para las parejas homosexuales. Si realmente se quiere defender la vida, mejor sería distinguirlo de otros debates, porque su relevancia es superior a cualquier otro, y no se deberían perder apoyos por mezclarlo con realidades absolutamente coyunturales y más discutibles.

6.- La regulación del matrimonio homosexual tampoco es algo que tenga que ver con la familia, o que la perjudique. Se trata de una realidad que hay que regular (sobre todo desde el punto de vista patrimonial) y que cualquier gobierno sensato debe hacer. Para mí, se ha hecho del peor modo posible, que es llamándolo matrimonio y equiparándolo a una realidad distinta. Pero siendo así, lo que no parece es que porque se permita este “matrimonio” se esté acabando con la familia cristiana. Sin duda, se favorece una cierta confusión terminológica, pero no parece que esto deba ser algo que ponga en peligro la familia, salvo que se considere que llamándolo igual y equiparándolo en derechos, algunos preferirán la unión homosexual cuando antes no lo hacían. Espero que no sea esto lo que se haya pensado.

7.- Respecto a la educación para la ciudadanía sí que hay una cierta relación con la familia… en cuanto a la educación de aquellos hijos que nacen en una familia. Pero también es un problema que va mucho más allá. Lo relevante aquí no es la relación con la familia, sino el hecho de que el Estado no puede imponer, a través de la educación, su visión del mundo. Y no puede hacerlo ni a los hijos de familia cristiana, ni a los que hayan nacido de una madre soltera, ni de los que hayan sido adoptados por un padre o una madre solos, o por una pareja homosexual. Es, nuevamente, mezclar problemas que no tienen nada que ver. Quienes tienen el derecho a educar a los hijos son los padres, formen parte de una familia o no. Y también aquí, asociar la crítica a esa asignatura con una determinada visión de la familia es desenfocar el debate y reducir los apoyos.

Dicho todo lo cual, la actitud del PSOE y de sus medios afines ha sido aún más rancia, desafortunada e irresponsable

Parece evidente que lo que se pretende es movilizar al sector más extremista de los votantes de izquierda al insinuarles que votar al PSOE es votar contra la Iglesia, algo que algunos todavía les “pone”. Sería bueno que así lo entendieran quienes votan al PSOE desde posiciones más moderadas y actuaran en consecuencia.

En todo caso, mandar a los obispos a presentarse a las listas electorales, negarles la posibilidad de criticar las políticas que consideren injustas o de congregar a sus fieles, aludir al nacionalcatolicismo o realizar las tremendas descalificaciones e insultos personales e institucionales que se han realizado demuestran una bajeza moral y una falta de argumentos preocupantes de la sedicente progresía. Además de azuzar odios y enfrentamientos afortunadamente superados y que el Gobierno más que nadie debería preocuparse por no reavivar.

Pero sobre todo, resulta escalofriante el elemento de crítica fundamental: que los obispos han hecho política y no religión. Porque ello supone, en primer lugar, desconocer que la religión no se circunscribe al ámbito privado, sino que tiene una dimensión pública que no puede limitarse sin afectar de forma esencial al adecuado ejercicio de la libertad religiosa. Pero, además, porque evidencia una concepción de la política exclusivamente partidista y basada en la representación parlamentaria, cuando estos no son sino instrumentos que deben facilitar, y no entorpecer, una participación más directa, libre y diversa de los ciudadanos en la vida pública. ¡Claro que los obispos y los católicos que acudieron han hecho política! Como la hacemos todos los que escribimos o nos manifestamos públicamente en la calle o en la red. Como lo hace la SGAE en relación con el canon, los “intelectuales” del “no a la guerra” en los Goya, los colegios profesionales en relación con los cambios en los planes de estudio,… Y más política que debería hacerse desde la sociedad civil prescindiendo de los partidos y superando sus estrechas miras. Una visión así de la política supone reducir el ámbito de libertad del ciudadano a unos minutos cada cuatro años para votar y entender que con el voto se apodera a quien resulte ganador para hacer cuanto le plazca durante su mandato. Sin embargo, hay quienes entendemos que esa representación debe tener unos límites bien marcados y que deben buscarse todo tipo de fórmulas que garanticen una intervención más directa de todos. Porque uno puede preferir la política económica de un partido, la autonómica de otra y la social de un tercero. Y no hay razones que justifiquen que quien gane unas elecciones porque se le dé más importancia en un momento dado a un elemento que a otro pueda con ello aplicar aspectos con los que el conjunto de la sociedad no está de acuerdo. Por eso es tan alarmante la reacción del PSOE, porque trata de limitar la participación ciudadana descalificando todo aquello que no se haga desde los partidos y se legitime desde las elecciones.

Al final, lo más terrible es que entre unos y otros sólo quedan las consignas. Y que a base de insultos y eslóganes nadie debate con mediana seriedad de las cosas importantes.

5 comentarios:

José María JURADO dijo...

Eterso, tus observaciones son sagaces y no habituales, particularmente creo que los movimientos "carismáticos" (incluso aquellos en los que hayamos conjunta y fransciscanamente participado) han debilitado a la Iglesia y la Fe por desatender la vida parroquial y el concepto de comunidad, que sí y muy fuertemente aparece en los Evangelios y que es el sentido al que hay que extender el concepto de familia cristiana, debería ser la parroquia, la mesa de Jesús, el lugar donde se produzca la educación ("dejad que los niños...")

Añado que Jesús en la Cruz dice: "madre ahí tienes a tu hijo" y aunque este pasaje se presente como la advocación de la Iglesia a María, no debemos olvidar que Padre, Madre e Hijo, son palabras repetidas en todo el Nuevo Testamento y que por tanto, el modelo familiar natural, es asumido como imagen divina válida, ¡ojo! que José no es el Padre de Jesús y sin embargo el ángel le habla, esto es tenemos una pareja cuanto menos anómala, de imágen y ejemplo válido.

No voy a comentar la actitud del PSOE porque no merece la pena perder el tiempo con argumentos plebeyos, pero aunque mal planteado por quien lo ha impulsado, la familia cristiana debería manifestarse feliz y verdadera en público para mostrar su júbilo si lo hay (que lo hay), por una razón, frente al relativismo y la desorientación, moleste o no, la familia natural es el modelo humano, racional y repetido que permite y permitirá el progreso social, cuando se desestructura la familia y socialmente se mal ve o se desprecia, se produce un derrumbe (véase la URSS), quien lea esto que digo con prejuicios no lo entenderá, así que no me explayo más, ¿para qué?

Romero dijo...

Cuatro apuntes rápidos:

Tratar de circunscribir el magisterio de la Iglesia a los Evangelios también es osadía ¿Alguien trató de defender la familia desde el Nuevo Testamento? Quitando la cita paulina de la convocatoria, no recuerdo otras referencias.

En la convocatoria se hace constar “Jornada de Familia y Vida”, cosa que va más allá de la defensa de la familia cristiana en la que se centran los medios y en cuya interesada simplificación caes.

Lo de la parroquia de San Carlos Borromeo está muy bien para que los Zerolos y los Bonos se publiciten, pero hay muchísimas realidades en el vasto mundo en las que no cuadra tu visión farisaica de la Iglesia. He conocido varias de primera mano y muchas más en la distancia.

Cuando se habla de los movimientos conservadores y tradicionales de la Iglesia, siempre pregunto lo mismo: ¿Me puedes ordenar de mayor a menor conservadurismo esos movimientos? En el caso que nos ocupa: Focolares, Comunión y Liberación, Kikos, Carismáticos, Acción Católica y San Egidio, que son los que intervinieron. Es que hay veces que repartimos etiquetas con una alegría…

PS Esto de tener que utilizar una cuenta de Google para publicar es una castaña, caro Eterso.

alelo dijo...

Un apunte más rápido todavía: Si os ponéis tan serios yo aquí no vuelvo. Que lo sepáis. Uno entra con la convicción de encontrar cosas triviales y de repente va y se encuentra con un tema serio. Así no se puede.

Mi patria y mi bandera son mi familia. Y mis amigos. Bueno los amigos son como las autonomías que cada uno está en un sitio distinto y cada uno va a su bola, pero eso no viene a cuento ahora.

¡Hala! Dejad de discutir y a trabajar, que luego nos pilla la crisis desprevenidos.

Un abrazo.

Eterso dijo...

Muchas gracias a todos por los comentarios. Algunos apuntos para continuar el debate.

Sin duda, José María, la familia es la insitución natural para la organización social que permite un progreso ordenado y una convivencia civilizada. Creo en ella y la defiendo (puesto a ser conservadores en esto, no sé quién lo sería más). Pero creo que tratar de buscar su apoyo en el Nuevo Testamento es un poco forzado, aunque sin duda existen importantes referencias. Y, sobre todo, creo que su destrucción no viene por normas legales que amparen otras realidades o desprecien la vida, sino por una falta de valores que hay que buscar mirando en otras direcciones.

Pompeyo, especialmente importante tu primera afirmación. Porque si el único fundamento del magisterio no es la "Palabra de Dios", sino también la tradición, el magisterio anterior,... puede ser que construyamos un magnífico edificio, donde cada piso está fuertemente asentado en el anterior, pero donde, conforme avancemos, queda menos rastro de los cimientos.

Reconozco mi error en el etiquetado de los movimiento. No reivindico a los "progres" de San Carlos Borromeo, pero a veces tengo la sensación de que gran parte de los ministros de la Iglesia insisten en aludir a la persecución y el acoso cuando lo que hay es un cambio de paradigma vital y ético para el que no sé si se están dando las respuesta desde la fe, la esperanza y la libertad o desde la tradición y el mantenimiento de esquemas de seguridad (estructurales y espirituales). Supongo que tan válido es Kiko Argüello como el asesinado Padre Roger de Taizé. Pero prefiero el estilo de éste último.

Recuerdo lo que escribí poco después de su muerte en un foro que bien conocéis: "Ayer, en una cena con un par de amigos comentábamos que no es un problema que disminuyan las vocaciones religiosas. El problema es cómo son esas vocaciones. Calculamos que si en España hubiera sólo una cuarta parte de los curas que hay, pero que tuvieran en carisma del Hermano Roger, posiblemente la Iglesia tendría más vitalidad que nunca."

Y alelo, no huyas, por favor (si es por lo de aligerar los contenidos, la siguiente entrada creo que te gustará). Por lo demás, pierde cuidado, que estoy seguro que la crisis nos cogerá trabajando, como la inspiración.

Romero dijo...

Sería bueno entonces que tú mismo me delimitases dónde empieza y dónde acaba “la palabra de Dios” …interpretada por los hombres.
No digo que reivindiques a los de San Carlos Borromeo, simplemente denuncio las duras palabras de tu escrito en el que das una visión absolutamente farisaica de la Iglesia con la que no puedo comulgar, aparte de ser intrínsecamente falsa.
Los paradigmas vitales y éticos habrán de ser libres. Desde el poder público actual se defiende un paradigma ético que dice que la religión es algo que hay que vivir en privado, ése paradigma ético choca frontalmente con el mío porque así lo he aprendido en la literatura que dice ser “Palabra de Dios”. Si se impone el paradigma ético que defiende el poder público, indudablemente, se estará produciendo una persecución.
No juzgo a Kiko Argüello ni al Padre Roger, aunque tenga mis preferencias, pero ante esta aseveración: “Respecto a la concentración en sí, desafortunadamente refleja una Iglesia de movimientos conservadores y pensamiento tradicional y escasamente crítico” simplemente te relacioné los movimientos tan conservadores y de pensamiento tan tradicional que intervinieron.