Hace poco más de una semana he conseguido hacerme con una reedición del libro "Cantes flamencos recogidos y anotados por Antonio Machado y Álvarez (Demófilo)".
La edición original es de 1881 y pasa por ser una de las primeras recopilaciones de letras del flamenco. Su autor es el padre de los poetas Manuel y Antonio Machado, que fue uno de los que comenzó los estudios del folklore en nuestro país (dicen, incluso, que el que introdujo esa palabra en nuestro idioma).
Resulta curiosísima su lectura. Uno se da cuénta de las miserias de la vida de los gitanos a finales del XIX y cómo el quejío arrebatado del flamenco era tal vez la forma de expresión más clara. Son dardos a la conciencia de una sociedad dura y hambrienta en la que el respeto a los derechos humanos no era precisamente una prioridad.
Pero también son muestras del ingenio y del optimismo, del amor y de los sufrimientos del desamor,... El flamenco es la voz de todo un pueblo. Nada que ver con el flamenquito que suena hoy en muchas emisoras, tan convencional como insulso en su mayoría.
Una par de letrillas bastante ingeniosas (con la grafía tradicional):
"Mira si tengo talento
que he puesto una escribanía
entro e mi pensamiento"
"Chiquiya, tú eres muy loca:
eres como las campanas.
Que toito er mundo las toca"
Y toda una declaración de amor (también como estaba escrita en 1881):
"Una noche oscurita
yobiendo estaba,
con la lus e tus ojos
yo m'alumbraba"
domingo, 18 de noviembre de 2007
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1 comentario:
Hay una de flamenco, que tú y yo bien conocemos, de un señor que decía que por la Sierra de Gata pasó el pobrecillo de Asís.
Ahí va. Pa que la guardes en el cajón de las cosas que hay que tener en cuenta:
Pensando que me querías
le puse puertas al campo.
Ahora que ya no me quieres:
¡Dame las puertas, son mías!
Chimpún.
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