sábado, 3 de noviembre de 2007

Los muertos que vos matáis

El pasado día 1 de noviembre me acerqué a Alcalá de Henares a ver la representación del Don Juan de Zorrilla en la Huerta del Palacio Arzobispal.

Contemplar esta obra, junto con la visita a los cementerios, es lo que manda la tradición en nuestro país. Nada de Haloween ni de calabazas, estúpidas costumbres anglosajonas. Aquí lo que toca es un acercamiento a los muertos. Frente a frente. Sin agachar la cabeza. Y siendo consciente de que pueden pedirte cuentas... incluso desde el más allá.

Lo de los cementerios no me gusta nada. Hace años que huyo de ellos. Entiendo que haya quien acuda frente a las tumbas a honrar a sus antepasados. Pero para mí, aquellos polvos enterrados en nichos de ladrillo, hormigón y granito no son mis familiares, mis amigos,... Porque su recuerdo acude, fugaz o constante, dependiendo de los casos, sin que uno lo convoque y en los lugares más insospechados. Además, lo de blanquear los sepulcros me recuerda a una cita no muy positiva, si no recuerdo mal, en algún evangelio... Aunque no descarto ir alguna vez al de San Fernando en Sevilla, donde además de encontrarse esculturas de notable calidad (mausoleo de Joselito -Benlliure-, la copia exacta del Cachorro en el panteón de Aníbal González, el Cristo de las mieles -Susillo-,...) dicen que uno puede disfrutar de un paseo de lo más agradable. (Esto último, que me lo expliquen).

Lo de Don Juan es otra cosa. Es una visión entretenida de caracteres que han poblado nuestras ciudades hasta hace no mucho. La del fanfarrón que se juega la virtud de su prometida en una torpe apuesta. La de quien recoje el guante y gana la apuesta. El padre preocupado por la honra y la madre abadesa por la tradición... El duelo como forma de dirimir los conflictos (más rápido, sin duda, que nuestra justicia, y no hay por qué pensar que más azaroso). Los muertos que reclaman venganza y el sátiro desalmado que retiene un punto de temor de Dios.

La afluencia de gente fue todo un éxito y la puesta en escena brillante. Una pena que, siendo gratuito, acudieran también curiosos por ver de qué iba aquello. Una entrada testimonial hubiera servido para evitar voyeaurs.

Aunque parte de aquellos supieron por fin de dónde viene aquel "¿No es verdad ángel de amor / que en esta apartada orilla/...?"

Eso sí, no pudieron escuchar aquello de "los muertos que vos matáis / gozan de buena salud". Atribución apócrifa a Zorrilla, pero que no se incluye en el texto de la obra.

No hay comentarios: