Con algo más del 95% de los votos escrutados, los resultados no dejan lugar a duda: la composición del Parlamento para los próximos cuatro años va a tener muy poco que ver con lo que han votado los españoles.
El PP tiene un 44'55% de los votos, lo cual le deja algo por debajo de la mayoría absoluta. Debería tener 156 diputados, pero la aritmética electoral le concede 186 (30 más).
El PSOE, con un 28'66% de los votos debería tener 100 diputados y tendrá 110.
CIU sin embargo está mucho más equilibrada. Tiene un 4'20% de los votos, lo cual le daría 15 dipputados. Tendrá 16.
Lo de IU es escandaloso. Tiene casi un 7% de los votos (un 6'95%), lo cual debería darle derecho a 24 diputados. Pero sólo va a tener 11.
AMAIUR (obvio la repugnancia que me provocan), es uno de los grandes beneficiados. Tiene un 1'43% de indeseables que le votan, lo cual daría derecho a que sentaran a cinco de estos sujetos en el Parlamento. Van a tener, si nada lo remedia, 7.
La gran perjudicada es UPyD. Tiene un 4'75% de los votos, lo cual debería darle 17 escaños. Pero el sistema sólo le asigna 5.
Y así podríamos seguir con los restantes partidos que se presentan, aunque las diferencias son ya menores.
Hay otro modo de medirlo, que sería ver cuántos votos necesita cada partido para tener 1 diputado (propiamente, por cada cuántos votos tiene un diputado). En el caso del Partido Popular son 55.347. El PSOE, 60.203. CIU, 60.706. IU necesita más del doble: 146.102. Los de AMAIUR, por contra, sólo 47.206. UPyD necesita 219.812 (casi cuatro veces más que los que precisa el PP).
Soy consciente de que al comienzo de nuestra democracia se trató de hacer un sistema que otorgara un mínimo de representación a cada provincia para evitar que hubiera zonas que quedaran olvidadas. Y que se trató de primar a los grandes partidos para evitar un "Sopa de letras" que hiciera ingobernable nuestra nación (algo de lo que nuestra historia proporciona innumerables ejemplos). Pero no es de recibo que una democracia permita estas situaciones.
Para afrontar la que se viene encima durante estos cuatro años es mejor un gobierno con un apoyo parlamentario fuerte como el que va a tener Mariano Rajoy. Pero bueno sería que, después de pasada la mitad de la legislatura, empezara a ver cómo reformar las leyes para hacer algo más justo el sistema electoral. Aunque no le beneficie.
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