domingo, 9 de septiembre de 2007

La televisión de la nostalgia

El año pasado, para conmemorar algún aniversario de la televisión en España, TVE creó un canal temático en el que reponían series y programas de diferente antigüedad y que continuaba con lo que había sido el Canal Nostalgia en una extinta plataforma digital de añorado recuerdo... Su contemplación era a la vez placentera y dolorosa (permítamese esta expresión, por una vez, sin tintes sexuales). Placentera porque era un gozo recrearse con series, musicales, debates e incluso concursos de la infancia (Los gozos y las sombras, Qué noche la de aquel año, La Clave o Un, dos tres, por poner algunos ejemplos). Pero viéndolo surgía pronto la pregunta dolorosa: ¿qué ha pasado para que se hayan dejado de hacer programas así y sólo sobreviva Informe Semanal como representante de una televisión divulgativa y seria?

Incluso los telediarios han cambiado de formato. Lo que antes era sobre todo información política y social general, con algunos apuntes de deporte y una escueta información del tiempo se ha convertido en un resumen breve del estado de la confrontación entre los partidos para pasar a dedicar la mayor parte del tiempo de información general a los sucesos. Luego, un tiempo superior incluso al de los sucesos para los deportes y un espacio independiente de más de cinco minutos para la meteorología.

Surge entonces el debate de si es esta modificación de los medios la que está generando una sociedad más superficial, o si lo único que hacen las cadenas es adaptarse a unos cambios sociales a los que son ajenas.

Sea como fuere, lo cierto es que la televisión pública (al menos) debería incorporar un nivel de exigencia en la información, el debate o la cultura que fuera más allá de lo que a la sociedad le resulte cómodo consumir. El nivel educativo de hace veinticinco años era bastante inferior al actual y sin embargo los debates de "La Clave" se seguían con interés por muchísimos españoles. Y eran debates con verdaderos expertos que formaban a través de la exigencia y el rigor (ahí están los vídeos de diez de los programas que hace unos años entregó El Mundo para demostrarlo). Bastante alejados de los formatos actuales con ridículas limitaciones de tiempo (que alguien me explique como puede exponerse un argumento de cierto calado en cuestiones complejas en menos de un minuto) y cuyos invitados sólo son políticos y periodistas (¡sin comentarios sobre el rigor y la formación!).

Y encima nos toca pagarla con nuestros impuestos.

1 comentario:

José María JURADO dijo...

Lo curioso es que hasta a una SEÑORA MINISTRA sólo le dejan 59", claro que de la tal tampoco espera uno más.

La TV, como la enseñañaza, nace con vocación social y doctrinaria, pero social y pública al cabo (hablamos de España) y se entendía que había que dar cultura, debate, entretenimiento infantil, etc. Ahora las TV públicas refinancian su enorme deuda con entretenimiento contrario a a sus estatutos (hacen fraude de ley como las cajas de ahorro, o sea que dan lo mínimo). Deberíamos exigir una TV pública para 100 o 200 espectadores, para los happy few o suprimirla.

En cuanto a la TV basura, obedece a la atracción natural de los instintos, por eso no es un negocio sino una inmoralidad, o un puticlub, para los que prescindan de la ética, pero crean en la fuerza de la imagen.