En una de las primeras entradas de este blog ya hablé de funcionarios. En estas fechas, me cuesta actualizarlo como me gustaría, pero sigo anotando cosas para futuras entradas.
De momento, otra ración de funcionarios. Y no por obsesión, sino porque creo que o cambiamos los valores de quienes acceden al mercado de trabajo o no hay economía que resista ciertas cifras.
Esta mañana, leyendo la prensa regional de Extremadura (diario Hoy) me he encontrado con una noticia que advertía que en Extremadura, casi uno de cada cuatro trabajadores era funcionario. En concreto, el 22% de los ocupados.
He buscado datos en las páginas web del Ministerio de Administraciones Públicas y del Instituto Nacional de Estadística y he comparado este porcentaje con el de otras Comunidades. He elegido Andalucía, Madrid y Valencia. Los datos pueden no ser del todo correctos porque no he comprobado que todos ellos estén cerrados a la misma fecha, pero creo que dan una idea aproximada de lo que estamos hablando.
En Extremadura, la tasa de ocupación es del 52'84% y el porcentaje de funcionarios respecto a la población total ocupada del 22%.
En Andalucía, la tasa de ocupación es del 57'14% y los funcionarios son el 15% de los ocupados.
En la Comunidad de Valencia, hay una tasa de ocupación del 60'97%, y sólo el 10% de los ocupados son funcionarios.
En la Comunidad de Madrid, la tasa de ocupación es del 63'83% y son funcionarios el 13% de los ocupados.
A partir de aquí, uno puede analizar la aportación al PIB nacional, la renta per cápita de los ciudadanos en cada una de las comunidades,... Y me temo que en todas estas estadísticas en Extremadura estaremos a la cola.
Razones no nos faltan, pues, para oponernos a la publicación de las balanzas fiscales. Como tampoco nos faltan para quejarnos de olvidos seculares y de deudas históricas pendientes.
Pero hay más que eso. O alguien empieza a decirle a la gente que tiene que comer de lo que trabaje y produzca y no de lo trabajen y produzcan otros, o vamos de cráneo.
Una sociedad en la que la máxima aspiración de sus ciudadanos es trabajar en la función pública, y en la que el 41% de la población (52'84% de ocupados y 78'8% que no son funcionarios) tienen que trabajar para mantener al restante 59% es una sociedad con serios problemas de crecimiento y redistribución. (Teniendo en cuenta, además, que el 52'84% es más de lo que representan los trabajadores respecto a la población total).
Si además calculáramos la renta media de los que trabajan, nos sorprendería lo poco que hay para distribuir.
Y esto no es un problema de ambición, liberalismo salvaje o falta de solidaridad de unas comunidades con otras. Es un problema de una cierta responsabilidad individual y colectiva en el futuro personal y de la tierra en la que uno vive.
Responsabilidad en la que el máximo ejemplo deberían darlo los políticos. Precisamente los que menos lo hacen y más se aprovechan de esta situación.
domingo, 18 de mayo de 2008
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