Esta mañana ha fallecido en Valladolid Miguel Delibes, probablemente el mejor novelista en lengua castellana del siglo XX. Obras como "La sombra del ciprés es alargada", "Los santos inocentes", "El camino", o su obra completa, enciclopédica, inmortal, "El hereje" (prueba de lo que puede ser una novela histórica) forman parte de la gran Literatura. Del arte de contar cosas pero, sobre todo, del arte de cómo contarlas.
Recuerdo el comienzo de "El Camino": "Las cosas podrían haber acaecido de cualquier otra manera, pero sucedieron así. Daniel, El Mochuelo, desde el fondo de sus once años, lamentaba el curso de los acontecimientos, aunque lo acatara como una realidad inevitable y fatal...".
Gracias a Quini, ese magnífico profesor de Lengua y Literatura de octavo de EGB, ese fue el primer libro de "literatura de adultos" (o similar) que leí. El que me enganchó a la lectura para siempre.
En aquella prosa clara, en la forma de retratar personajes y sensaciones, vi abrirse un mundo de posibilidades que no ha dejado de crecer con lecturas cada vez más diversas. Pero sin aquel libro, sin aquel profesor, sin Delibes, no hubiera sido posible.
Por eso, con Delibes se va alguien a quien jamás conocí pero que siento cercano. Porque ha contribuido de un modo decisivo a modelarme a través de su escritura. Porque me abrió la posibilidad de creer que lo que se lee puede ser más real que lo que vivimos. Y puede darle sentido.
viernes, 12 de marzo de 2010
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